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Tribuna
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Una ocasion perdida

En su columna de EL PAÍS, y bajo el título Monárquicos, Vázquez Montalbán se plantea el 5 de abril, ante la muerte de don Juan, esta inquietante pregunta, decisiva para una cabal y verídica historia de los últimos decenios de la Monarquía española:"¿Dónde estaban? ¿Dónde estuvieron la mayor parte de los monárquicos durante el ( ... ) tan divulgado exilio del que nunca llegó a ser Juan III?".

Y a renglón seguido avaanza esta no menos inquietante respuesta:

"Pues estaban escondidos bajo las faldas del tabardo caqui del general Franco y de vez en cuando asomaban la cabeza para hacer un guiño al pretendiente".

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La tremenda contundencia de la pregunta de Vázquez Montalbán, y más aún la de la durísima respuesta que él mismo inmediatamente se otorga, sin esperar a que lo hagan -si pueden hacerlo dignamente, como es nuestro caso- los distintos grupos y personas por él así interpelados, me exigen responder cumplidamente, en honor a la verdad histórica y en defensa de la conducta política de los miembros de un grupo que en un periodo decisivo de las relaciones Franco-don Juan (1957-1959) tomó públicamente posición sobre la democracia y la Monarquía constitucional, reconociendo a don Juan, dentro de ésta, su legitimidad de origen, pero exigiéndole a la vez que reafirmara y consolidara, con la legitimidad de ejercicio requerida en la era democrática, su ruptura pública con la dictadura.

Ese grupo fue la Agrupación Socialista Universitaria (ASU) -reconocida entonces por los observadores políticos y la prensa internacional como una de las fuerzas activas a favor de una Monarquía constitucional-. Ahora bien, de la posición y conducta pública inequívoca de la ASU en relación con esa Monarquía tengo en esta ocasión, ante tan graves interrogantes, el derecho y la obligación de dar fe, alegando hechos y documentos que poseo como representante y portavoz de la ASU que fui en aquella ocasión, habiendo enviado a don Juan a Estoril, en nombre de aquélla, el 14 de agosto de 1957, la muy difundida 'Carta abierta al pretendiente al trono de España', publicada en la revista Ibérica de Nueva York (octubre de 1957) y en ella comentada por un editorial de su inolvidable directora, Victoria Kent.

El eco y las reacciones nacionales e internacionales de esa histórica toma de posición de nuestra Agrupación Socialista Universitaria y de esa carta en la que yo la exponía con claridad y firmeza a don Juan, pidiéndole una pública reafirmación suya en la posición democrática que pocos días antes había adelantado a nuestro enviado Patricio (Juan Manuel Kindelán) en una entrevista celebrada en Rapallo (Italia), se extendieron por la prensa internacional, que publicó y comentó extensos extractos de mi carta -véanse la Tribune des Nations del 20 de septiembre de 1957 y France Observateur del 10 de octubre del mismo año, de París, así como The New York Times del 7 de marzo de 1959 (city edition), que aún en ese año se venía haciendo eco de la misma y sus repercusiones en una crónica desde Madrid de su prestigioso corresponsal Benjamin WeIles ('Pretender urged to reject Franco: letter sent from Geneva)-, provocando también una respuesta y toma de posición de Indalecio Prieto, desde México, en 1959, comentada por Emilio Romero en Tragicomedia de España (1985, página 109). Además, amplios extractos de mi carta han venido siendo recogidos y comentados hasta hoy mismo por las principales obras clásicas sobre las relaciones Franco-don Juan: Un reinado en la sombra, de Pedro Sainz Rodríguez (1981, páginas 207-208); Franco y don Juan, de José María Toquero (1985, página 292), y las recientes Memorias de Laureano López Rodó (1992).

Admirado Vázquez Montalbán: puedo demostrarte documentalmente del modo exhaustivo que en el periodo 1957-1959, decisivo en las relaciones Franco-don Juan, había un grupo político -la Agrupación Socialista Universitaria, señalada por la prensa internacional entre los principales grupos "monárquicos"-, cuyos representantes no estábamos en modo alguno "escondidos bajo las faldas del tabardo caqui del general Franco", sino que, por el contrario, recién salidos en libertad provisional de la cárcel de Carabanchel, donde estuvimos por haber provocado al dictador con el manifiesto y el movimiento universitario de febrero de 1956, aún seguíamos desafiando a Franco en 1957 al pedir públicamente a don Juan que rompiera con aquél. Por lo tanto, lejos de hacer tímidos "guiños al pretendiente" desde aquellas vergonzantes "faldas", hacíamos un llamamiento abierto, claro y arriesgado a la lealtad de don Juan a su manifiesto democrático de 1945 en Lausana.

Entre aquellos miembros y dirigentes de la ASU nos encontrábamos dos diplomáticos -Vicente Girbau (Salvador Monsalud), ya perseguido, y Víctor Pradera (nieto del protomártir del mismo nombre, que actuaba desde las propias embajadas franquistas por las que fue pasando' , dos jóvenes entonces poco más que estudiantes -Paco Bustelo y Juan Manuel Kindelán (sobrino del general monárquico Alfredo Kindelán)- y yo mismo.

A comienzos del verano de 1957, varios significativos acontecimientos políticos nos llevaron a esos dirigentes de la ASU a la convicción -compartida en lo esencial por otras fuerzas democráticas, como las representadas por Dionisio Ridruejo y Enrique Tierno Galván- de que la creciente tensión entre los monárquicos de orientación autoritaria, absolutista y teocrática (Opus Dei), favorables a un entendimiento con Franco, y los monárquicos liberales, estaba llegando a un punto de ruptura y de que por ello podía ser inminente la inclinación irreversible del pretendiente por uno u otro sector.

Entre esos acontecimientos se hallaban, en primer lugar, las maniobras del sector "autoritario" para "forzar la mano" a don Juan, después del discurso-sonda de Carrero Blanco en las Cortes y del clamoroso artículo del conde de Ruiseñada en Abc (11 de junio de 1957: 'Lealtad, continuidad y configuración del futuro", presentando la posición del pretendiente como muy favorable a esa línea antidemocrática.

Ni el artículo de Ruiseñada en Abc ni las declaraciones posteriores del propio Ruiseñada, que se presentaba como portavoz del pretendiente, fueron jamás desmentidas por don Juan, y ante la angustiosa perspectiva de que este último primero consolidara con su tácita anuencia la dictadura franquista y luego la prolongara en la Monarquía que sucediera a aquélla, los citados dirigentes de la ASU decidimos enviar a uno de los nuestros -Juan Manuel Kindelán (cuyo nombre de guerra era Patricio, por su ascendencia irlandesa)- a entrevistarse con don Juan en Rapallo (Italia) para conocer sus reacciones ante las maniobras antidemocráticas del sector monárquico autoritario.

Al volver Kindelán de la entrevista con noticias alentadoras -la reafirmación de don Juan en sus principios democráticos de 1945; en cuyo mantenimiento, dijo don Juan a Patricio, "su honor estaba empeñado"-, yo dirigí a don Juan, el 14 de agosto de 1957, la 'Carta abierta al pretendiente al trono de España', publicada por Ibérica de Nueva York, instando al pretendiente a que hiciera pública su posición democrática manifestada en privado a nuestro representante. De esa larga carta quiero entresacar ahora -sobre todo para el conocimiento de las nuevas generaciones actuales, sistemáticamente mal informadas- los siguientes párrafos:

"Alteza: la dramática pendiente de inquietud y de crisis por la que resbala, en estos meses, dolorosamente nuestro pueblo y la incertidumbre de su desenlace me obligan a dirigiros, respetuosa y a la vez francamente, como a legítimo pretendiente al trono de España, esta carta, en nombre de nuestra Agrupación Socialista Universitaria y recogiendo el sentir general de las nuevas generaciones democráticas españolas". ( ... ) "El respeto que sentimos por la institución monárquica, tal como se concibe y realiza en la Europa moderna y progresiva, en cuyos países socialmente más organizados (Suecia, Noruega, Dinamarca, Gran Bretaña, Holanda) representa -en contraste con los bárbaros y execrables sistemas feudales afroasiáticos- el noble punto de concordia y de continuidad para el desarrollo pacífico de todas las formas de libertad espiritual y jurídica y de socialización y redistribución económica que el tiempo exige, nos impide admitir la posibilidad -evocada, no obstante, con complacencia, por personajes vanos y aduladores, de mentalidad frívola y antisocial, ajena al siglo y -a la realidad patria, pero no siempre oportunamente desautorizados- de que la futura Monarquía española se disponga a burlar los derechos esenciales reconocidos al hombre en el siglo XX, y formulados en la Carta de las Naciones Unidas, organismo al que pertenece España". ( ... )

( ... ) "Tales declaraciones, en efecto, pronostican una Monarquía 'no liberal ni parlamentaria'. ¿Qué pueden significar estas palabras, en abierta contradicción con vuestras liberales declaraciones de Lausanne en 1945?".

"Una Monarquía que pretenda durar y un rey que aspire a llamarse 'rey de todos los españoles' no pueden apoyarse en los generales, sino en una Constitución democrática, en la alianza de los partidos, en la fe de las nuevas generaciones, que quieren un Estado por encima de los bandos de la guerra civil... Declarad públicamente lo que vuestra Monarquía podría ser. Romped abiertamente con Franco. Ganaos ante el país la legitimidad de ejercicio".

"A los pies de vuestra alteza, Miguel Sánchez-Mazas".

Esta carta abierta a don Juan fue favorablemente acogida por la prensa internacional. Así, por ejemplo, el 10 de octubre de 1957, France Observateur, de París, dedicaba una página entera al asunto, reproduciendo un amplio extracto de la carta, bajo el título La joven España, a don Juan: tomad posición, seguido de un comentario de su especialista en política española, Elena de la Souchère, bajo el título "¿La hora del pretendiente?".

Quiero concluir hoy con una pregunta, más grave que la de Vázquez Montalbán:

Por su parte, la Tribune de Nations, en su informe "El Caudillo, Don Juan y los socialistas " (París, 20-8-57), define a la ASU como un "nuevo factor entre las fuerzas monárquicas", constituido "corno consecuencia de las jornadas de febrero de 1956 que agitaron la Universidad española" y partidario, "a juzgar por la carta que, a don Juan de Borbón ha dirigido Miguel Sánchez Mazas", de una monarquía según el ejemplo de Ios socialistas de Gran Bretaña y de los países escandinavos".

¿Es acaso insensato pensar que si en 1957, año -lo hemos visto- muy delicado para el régimen franquista, don Juan de Borbón se hubiera atrevido a responder a nuestro llamamiento don una manifestación clara, serena e irreversible, dirigida al pueblo español, a Franco y al mundo, de definitiva adhesión a la democracia e incompatibilidad con la dictadura, hubiera podido ser un catalizador decisivo de las fuerzas democráticas españolas e internacionales opuestas al régimen, llegando a ocupar poco después el trono como un rey Juan III querido y popular, abreviando en casi 20 años la prepotencia de Franco y la opresión del pueblo español y haciéndonos ganar decenios en nuestra actualización política, social, económica, cultural y educativa y en nuestra efectiva integración en Europa?

Miguel Sánchez-Mazas es catedrático emérito de la Universidad del País Vasco.

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