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La venganza de las bacterias

La resistencia a los antibióticos, presentes en la carne y otros productos, crece sin cesar

Cuando, hace más de 50 años, Alexander Fleming descubrió la penicilina, la sustancia acabó de raíz con las bacterias. Pero éstas han contraatacado vengativamente: la mitad de las bacterias que ocasionan infecciones en el tracto urinario son insensibies a la penicilina y otros antiobióticos comunes. ¿La causa? El uso demasiado frecuente de los antiobióticos, que aparecen incluso en los. piensos para animales, por lo que la carne que consume el hombre puede contener pequeñas cantidades de estos medicamentos. Ahora, los microbiólogos han descubierto un nuevo sospechoso que puede provocar la resistencia a los antibióticos: los empastes dentales.

Cuando las bacterias están expuestas continuamente a los antibióticos, se ejerce sobre ellas una presión constante y selectiva para que se hagan resistentes al medicamento y sigan siéndolo después.El problema de los empastes radica en que la amalgama, el oscuro material gris que los dentistas suelen utilizar para rellenar las cavidades de los molares, está compuesta en un 50% de mercurio, que, según algunos estudios, se va disolviendo lentamente de los empastes. La posible relación con la resistencia a los antibióticos se produce porque los genes que protegen las bacterias contra el efecto del mercurio van unidos a menudo a los genes que hacen que la bacteria sea resistente a los antibióticos. De modo que si el mercurio de los empastes favorece y mantiene una población de bacterias resistentes al mercurio, también puede favorecer y mantener bacterias que son resistentes a los antibióticos.

En un estudio publicado en el último número de la revista Antimicrobial Agents and Chemotherapy (Agentes Antimicrobianos y Quimioterapia), la doctora Anne D. Summers, de la Universidad de Georgia, y sus colegas demuestran que esto es lo que sucede al menos en el caso de los monos.

Investigación en monos

Cuando los investigadores pusieron empastes en los molares de seis monos, descubrieron que a las cinco semanas las bacterias de sus intestinos se hacían resistentes no sólo al mercurio, sino también a los antibióticos más comunes, incluidos la penicilina, la estreptomicina, la canamicina, el cloramfenicol y la tetraciclina.

"Es un descubrimiento interesante y sugerente", afirmó el doctor George Jacoby, de la Facultad de Medicina de Harvard. Jacoby, experto en bacterias resistentes a los antibióticos, añadió que, aunque el, uso excesivo de antibióticos era sin lugar a dudas una de las principales causas de la resistencia de las bacterias, el nuevo estudio indicaba que "quizá los empastes dentales estén contribuyendo sin que lo sepamos al problema".

Hay otros expertos que se han mostrado de acuerdo. "Las implicaciones para la salud pública son enormes", según manifiesta Stanley Opella, químico de la Universidad de Pensilvania, que estudia la resistencia de las bacterias al mercurio. Pero advierte que, aunque "hay bastantes probabilidades" de que los empastes generen bacterias resistentes a los antibióticos, "sigue tratándose de un descubrimiento básico que hay que comprobar".

La Asociación Dental de Estados Unidos, en respuesta a las noticias del estudio, ha señalado que los empastes de amalgama eran seguros y que un estudio con animales "no puede enfocarse sobre cómo afecta a los humanos". El nuevo estudio "es una investigación muy interesante", para el doctor Terry Donovan, miembro del consejo de materiales dentales de la asociación, pero añadió que los descubrimientos estaban lejos de ser decisivos. "No creo que por ahora nadie deba preocuparse", dijo.

Resistencia al mercurio

Summers ha trabajado en genética y biología molecular de resistencia al mercurio durante 20 años. Ella y otros científicos descubrieron hace años que la gente tenía bacterias resistentes al mercurio en el intestino. Pero una cuestión les tenía en vilo: ¿de dónde procede el mercurio?

Gran variedad de estudios, realizados a partir de los años setenta, ya han descubierto el camino que sigue el mercurio en el cuerpo. Además de otros estudios que demuestran que el vapor de mercurio puede desprenderse de los empastes dentales, presentaron una imagen de cómo el mercurio puede introducirse en los intestinos.

El proceso empieza cuando el vapor de mercurio de los empastes dentales se introduce por inhalación en los pulmones y pasa al flujo sanguíneo. Las células lo transforman después en iones de mercurio, que luego son transportados hasta el intestino para ser expulsados en las heces. En los intestinos se encuentran con las bacterias resistentes al mercurio, que para protegerse convierten de nuevo el mercurio iónico en vapor de mercurio.

Aunque esto es una explicación plausible de por qué las bacterias resistentes al mercurio son tan comunes en los intestinos humanos, según Anne Summers, ella y sus colegas se quedaron desconcertados por la persistencia de las bacterias resistentes a los antibióticos en gente que no había tomado recientemente medicamentos de este tipo.

La cruz de los empastes dentales

El doctor Stuart B. Levy, un microbiólogo de la Facultad de Medicina de la Universidad de Tufts que conoce a fondo la resistencia a los antibióticos, ha estudiado las bacterias intestinales en un grupo de más de 600 personas. Dos terceras partes de ellos, no habían consumido antibióticos durante dos semanas. Aún así, en el curso de su trabajo descubrió que más del 60% del grupo tenía un alto porcentaje de bacterias intestinales resistentes a los antibióticos, incluidas la ampicilina y la tetraciclina.En el estudio que acaba de publicarse en la revista Antimicrobial Agents and Chemotherapy (Agentes Antimicrobianos y Quimioterapia) sobre los empastes realizados a seis monos, Levy coloboró con Anne D. Summers, de la Universidad de Georgia, y otros científicos, analizando muestras de bacterias orales y fecales de dos tipos, las enterobacteriáceas, grupo que incluye las bacterias comunes E. coli, y los enterococos, entre los que están los estreptococos redondos.

El estudio descubrió que, durante las cinco semanas anteriores a que se hicieran los empastes a los monos, el 1% de las enterobacterias era resistente a los antibióticos. Después de los empastes, el porcentaje era del 13%, y seguían siendo resistentes incluso dos meses después de que se les quitaran los empastes.

Aproximadamente un 9% de las ente robacterias era resistente a los antibióticos antes de que se pusieran los empastes a los monos. Después, era resistente hasta un 70%. Cuando se les quitaron los empastes a los animales, el porcentaje de bacterias intestinales resistentes cayó hasta el 12%.

Según Anne D. Summers, el siguiente paso será examinar las bacterias orales e intestinales humanas. Ella y otros colegas harán un estudio de bacterias en personas antes y después de que se les practiquen empastes de amalgama.

Levy cree que, si resulta que los empastes contribuyen significativamente a la resistencia a los antiobióticos en los humanos, puede que los dentistas quieran dejar de utilizar la amalgama que compone los empastes. Sin embargo, según Terry Donovan, miembro del consejo de materiales dentales de la asociación, Donovan, eso no es fácil.

Aunque los empastes se pueden hacer de oro, de resina compuesta o de porcelana, "cualquier alternativa a la amalgama es considerablemente más costosa y, a excepción del oro, probablemente no tan duradera", señala este especialista.

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