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Un público maduro, dispuesto a no olvidar el pasado

Francesc Valls

"Le habíamos perdido la pista, pero hoy, otra vez a recordar", explicaba una mujer de unos 50 años que un par de horas antes de que Raimon hiciera su aparición sobre el escenario del Palau Sant Jordi ya había acudido a sus puertas para asegurarse un buen puesto. Revendedores de entradas, nostálgicos y algunos jóvenes deseosos de bucear en las raíces de familiares resistentes se dieron cita desde bastante antes de que comenzara el recital en la Recta de l'Estadi.

La mayoría de los que ordenadamente guardaban cola contaban entre 40 y 60 años, y en muchos casos reconocían que hacía lustros que no asistían a un recital de estas características. Caras conocidas en el ámbito de la resistencia antifranquista cotidiana. Entre quienes aguardaban se encontraban militantes cristianos, antiguos comunistas, dirigentes vecinales e independentistas. Los más jóvenes, que tampoco faltaron, reconocían que asistían por curiosidad e influidos por sus mayores.

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Un antiguo dirigente vecinal consideraba que el mensaje de Raimon sigue vigente. Lo mismo decía un nacionalista radical que opinaba que con el cantante de Xàtiva ya se pedían libertades hace años, "como debe volverse a hacer ahora". Sin embargo, el argumento más esgrimido era el de la nostalgia. "Hace 30 años que lo oí en la Barceloneta", decía una mujer de unos 60 años que aspiraba a ocupar los primeros puestos del recién abierto Palau de Sant Jordi. Un padre de familia de Terrassa, con esposa y dos hijos, afirmaba: "Es una persona íntegra y el cartel, además, nos gusta". Los hijos asentían sonrientes, quizá sabedores de que ese era el tributo para asistir al día siguiente a un concierto de rock catalán.

Entradas, tabaco y 'pins'

Mientras el entusiasmo se desparramaba entre los que guardaban cola, los revendedores simultaneaban su oferta -a 3.000 pesetas cada una- con la venta de tabaco. Otros probaban suerte con la venta de pins de Cataluña al gusto: cuatro barras con estrella independentista, cuatro barras con fondo de rosa de Sant Jordi o simplemente, para los más laicos, cuatro barras.El público comenzó a entrar en el Palau Sant Jordi dos horas antes de que comenzara el recital. Sobre el escenario, una inmensa reproducción de la portada que Miró hizo para Raimon en el elepé Cançons de la roda del temps. Por lo expresado por el público asistente en la cola, sólo unos pocos habían seguido la trayectoria más reciente del cantautor de Xàtiva. Una pareja lectora de Le Monde afirmaba que había oído a Raimon por última vez hace dos años en la fiesta de Treball, que organiza el Partit Socialista Unificat de Catalunya. Otros le recordaban de sus apariciones televisivas, pero muchos habían vuelto a escuchar los viejos discos y dedicado la última semana, de forma consciente o inconsciente, a repasar mentalmente las canciones que cantaban cuando eran jóvenes.

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