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El Senado asesta a Clinton su primera derrota política al rechazar parte del plan de reactivación

Antonio Caño

El Senado de Estados Unidos asestó el miércoles al presidente Bill Clinton la mayor derrota política de su gestión y le enseñó que es imposible ejercer el poder en Washington sin compartirlo con la colina del Capitolio. Decepcionado por el rechazo en la Cámara alta de su plan de estimulo económico, el presidente dijo que los principales perjudicados serán Ios cientos de miles de personas que se quedarán sin empleo por esta decisión". A pesar de su derrota política, Bill Clinton prometió reagrupar fuerzas y pelear por el resto de su paquete legislativo.

En su peor semana desde que llegó a la Casa Blanca -en la que tuvo que hacer frente también a la polémica por la tragedia de Waco-, Bill Clinton tuvo que rendirse finalmente a la evidencia de que la minoría republicana en el Senado impuso su criterio en contra del plan de inversión pública del Ejecutivo, con lo que el presidente resulta derrotado en lo que era una porción significativa de su programa económico.Después de cuatro votaciones en las que los demócratas no lograron alcanzar los 60 votos que se requerían para aprobar la propuesta del presidente, la mayoría demócrata aceptó el miércoles la derrota y se contentó con aprobar un paquete de 4.000 millones de dólares de aumento a los beneficios de los desempleados, la única parte del plan presidencial que aceptaban los republicanos.

Con ello, quedan descartados el programa de empleos de verano, formación de trabajadores y otras inversiones con las que Bill Clinton confiaba en crear medio millón de puestos de trabajo este año.

"Ésta no es una derrota del presidente; es una derrota del pueblo norteamericano y de la economía norteamericana", declaró el líder de la mayoría demócrata, George Mitchell. Por su parte, Bob Dole, el líder de los escaños republicanos y gran artífice de esta exitosa estrategia de la oposición, declaró que su partido no podía dar luz verde a más gasto público que sólo traería más impuestos. "Aquí ha habido una diferencia de filosofías políticas", expresó.

Bill Clinton, que ya había aceptado recortar en casi 4.000 millones de dólares su plan original de 19.500 millones de dólares en inversiones, reconoció su derrota con más pesar del que había reflejado nunca hasta ahora y acusó a la oposición republicana de colocar sus intereses políticos por delante de las necesidades del país.

La preocupación de Clinton no es por el efecto que la decisión del Senado puede tener en las condiciones económicas del país, sino por el mensaje que el Congreso le envía de que sus planes de modificar la correlación de fuerzas entre los poderes en Washington eran demasiado ambiciosos.

Desde el punto de vista económico, los expertos consideran que el impacto del programa de estímulo hubiera sido mínimo y que la economía norteamericana va a seguir creciendo a un ritmo en torno al 3,5%, con o sin ese programa. Por otra parte, esta derrota tampoco supone el fracaso de todo el programa económico presidencial porque algunos de sus capítulos más importantes ya han sido aprobados por ambas Cámaras.

Obstrucción parlamentaria

El rechazo del programa de estímulo sí perjudica al presidente en la medida de que, de haber sido aprobado, hubiera servido para la creación de puestos de trabajo de forma muy rápida, este mismo verano, con la rentabilidad política que de eso podría extraer la Casa Blanca. De todas maneras, el portavoz presidencial, George Stephanopoulos, ha anunciado que Clinton piensa volver a presentar la próxima semana algunos de los apartados de ese programa como leyes separadas.El principal daño para el presidente lo produce el hecho de que esta derrota supone también el fracaso de su promesa electoral de que acabaría con el bloqueo político en Washington. Gran parte del desgaste acumulado por George Bush en los últimos dos años de gestión fue provocado por el permanente obstruccionismo parlamentario a sus propuestas legislativas. Clinton llegó a la Presidencia con el mensaje de que ese obstruccionismo había quedado atrás para siempre y que él sabría manejar al Congreso.

Lo ocurrido el miércoles le ha quitado la razón al nuevo presidente. Ahora, no sólo están en duda las posibilidades de Clinton cuando tenga que defender en el Congreso sus importantes planes de impuestos a la energía, reforma sanitaria y reforma educativa, sino la colaboración entre la Casa Blanca y el Capitolio en todo el programa político de esta Administración.

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