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La huelga de barrenderos amenaza eternizarse

Javier Casqueiro

No es que no se pongan de acuerdo, es que plantean asuntos distintos. La huelga de barrenderos que empezó ayer en los 14 distritos donde el servicio está privatizado -13 de ellos en la periferia- amenaza eternizarse. Los 2.017 trabajadores de las seis concesionarias contratadas por el Ayuntamiento para limpiar las papeleras y aceras de esos barrios persiguen equipararse progresivamente -en sueldos y horarios- a los 1.416 funcionarios que cubren este cometido en los siete distritos más céntricos. La diferencia se cifra en 30.000 pesetas al mes y 12 sábados al año. La patronal habla de una subida del 4%.

El primer día de huelga de barrenderos -en los distritos de San Blas, Ciudad Lineal-, Hortaleza-Barajas, Villaverde, Usera, Fuencarral-El Pardo, Carabanchel, Latina, Moratalaz, Centro, Vallecas, Vallecas-Villa, Barajas-Aeropuerto y Vicálvaro- no se notó excesivamente. Las previsiones municipales se cumplieron y 130.000 de los 275.000 kilos de desperdicios que se arrojan cada día a aceras y papeleras se quedaron sin retirar.Los barrenderos creen que la porquería no se apreció tanto porque la suciedad de Madrid no es de un día ni de dos, "sino de meses, por la mala gestión municipal".

La jornada se dilucidó con el grado de normalidad habitual en los conflictos surgidos en prestaciones que el Ayuntamiento de Madrid delega en contratas privadas (como en el reciente de la recogida de basuras, resuelto tras seis días de paro). Los responsables municipales puntualizan que no quieren intervenir en las conversaciones entre las empresas y los trabajadores porque las posturas están muy lejanas y encontradas.

El contrato con estas empresas (Fomento de Construcciones y Contratas, Alfonso Benítez, Linrucasa, Segema, Cespa y Aseo Urbano-Semat) finaliza este año, y el Ayuntamiento no sólo programa prorrogarlo, sino que estudia su ampliación.

Los concejales de Limpieza y de Medio Ambiente resaltaron ayer rápidamente el incumplimiento de los servicios mínimos -decretados por el delegado del Gobierno en el 50%- por la actuación violenta de los piquetes informativos. No hubo graves incidentes.

El edil encargado de la Limpieza, Luis Molina, se preocupó de que se contasen por distritos las 136 ruedas pinchadas de los carritos que utilizan los barrenderos. Molina censuró este tipo de acciones también sobre baldeadoras, camiones y una furgoneta, así como el sellado con silicona de puertas de varios cantones (centros de trabajo situados en los distritos). El concejal aseguró que se habían roto cepillos y escobijos, y que se volcaron contenedores, papeleras y bolsas de basura.

La patronal hizo hincapié en los mismos argumentos que el Ayuntamiento, pero reconoció que el 98% de los barrenderos incluidos en los servicios mínimos habían salido a trabajar, "aunque con un rendimiento muy bajo".

Los sindicatos ofrecen otra versión: Los servicios mínimos decretados en el'50% no se cumplieron, pero por exceso. Rafael López, de CC OO, explicó que, pese a que este porcentaje ya era bastante abusivo, las empresas lo elevaron hasta el 75% al aplicarlo sobre el total de la plantilla operativa (incluyendo encargados, mecánicos, conductores...) y no sobre los barrenderos.Los representantes de los trabajadores localizaron, además, un camión municipal operando en la calle de Ginzo de Limia (Fuencarral), donde debían limpiar únicamente peones de la contrata FCC. Los sindicatos denunciaron a Solans que un miembro del comité de huelga fue agredido por la policía tras pedir su identificación.

Trabajo igual, sueldo distinto

La reivindicación de los barrenderos que limpian las aceras y papeleras de los 14 distritos donde se privatizó este servicio se resume en una máxima que consideran constitucional: trabajo igual, sueldo el mismo. Esto no sucede. Los 2.017 peones de las seis concesionarias que atienden una zona donde residen 2.095.000 madrileños cobran como media un sueldo de 112.000 pesetas mensuales. Trabajan 1.652 horas al año.Los 1.416 funcionarios municipales que realizan esta tarea para los siete distritos más céntricos (1.012.000 habitantes) ganan 30.000 pesetas más al mes y trabajan 91 horas menos.

Los sindicatos esgrimen estos datos (menos empleados para limpiar más distritos) para criticar la vigencia de ciudadanos y trabajadores de distintas categorías y exigir a medio o largo plazo la equiparación. El edil de Limpieza, Luis Molina, defiende que en las calles del centro de la ciudad se ensucia más, porque hay más oficinas y establecimientos y no quiere hablar de equiparación alguna.

La patronal ha hecho números y evalúa las pretensiones sindicales en unos 3.500 millones de pesetas y en un aumento de costos, en los próximos tres años, del 23%, 41% y 56%. Ofrece una subida salarial en torno a la inflación (4-5%).

Las dos partes oficiales del conflicto (patronal y sindicatos) no aproximan sus posiciones. Los trabajadores quieren recurrir a la mediación municipal, pero el Ayuntamiento se niega. La concejal de Medio Ambiente, Esperanza Aguirre, se lo ratificó ayer de nuevo a una representación sindical tras escuchar los gritos de unos 400 concentrados ante la Casa de la Villa. El alcalde, como la patronal, consideró las reclamaciones laborales de imposible cumplimiento.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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