Trasgos y risas

Este Shakespeare da mucha risa, y sus trasgos y sus músicas y danzas son más de la noche de San Juan irlandesa que inglesa; y sus tipos son más madrileños que atenienses o que británicos isabelinos. Nada impide hacerlo así. El texto de origen se respeta de principio a fin, aunque cubierto de casticismos españoles, de frases nuestras, de sainete. Los chicos del pueblo son, esta vez, chicas: y su representación final, parodística, resulta hilarante para los espectadores. Entre mucha juventud y mucha ilusión, y muchas ganas de divertirse haciendo el teatro, encuentro una muy buena actriz, muy dueña de su papel, más adulta que los otros, capaz para cualquier buena compañía, que es Cecilia Solaguren (Calles: la comadre incallable), como actriz cómica. Y Nélida Molina Gómez, con las travesuras de Puck metidas dentro y su lenguaje encantado y encantador. De un reparto de 23 personajes, hay 18 chicas: de ellas es el mundo. Por lo menos, el teatro. Denis Rafter ha dado todo este movimiento incesante, todo este aire que desborda la pura farsa: un buen director.Gusta ver esta sala llena hasta arriba -el miércoles por la tarde-, y más si hubiese aforo, cuando tantos teatros flaquean. Habrá que pensar que hay que explotar más los barrios, más el teatro que se espera en los sitios donde no se lleva. Aplausos y bravos; de adultos y de niños que aguantan muy bien -y con entusiasmo- las tres horas de mala silla.