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Reportaje:

La revuelta nobiliaria

La Diputación de la Grandeza y Justicia postergan a la mujer en la sucesión de títulos

La Diputación de la Grandeza -órgano rector de la nobleza española- y el Ministerio de Justicia apoyan, pese a la igualdad de derechos propugnada por la Constitución y a la doctrina del Tribunal Supremo, a los varones aristócratas en detrimento de las mujeres que quieren acceder a títulos nobiliarios. Pero las primogénitas ya no aceptan la situación y han emprendido una larga y costosa batalla judicial.

Ya no defienden sus títulos y patrimonios con las armas, pero los consejos de administración de los bancos siguen teniendo predilección por sentar en su mesa a un duque o un marqués. Los títulos siguen siendo distinciones codiciadas y cotizadas en el gran mundo y -puesto que la aristocracia es un espejo en el que otras clases se miran- en el resto de la escala social.De ahí que la pretensión de las mujeres por heredar los títulos que hasta hace poco recaían en sus hermanos varones, y sólo en su defecto en ellas, haya creado una auténtica guerra de familias. Y es que a pesar de que la Constitución reclama la no discriminación por sexo y que la doctrina del Tribunal Supremo está dando la razón a las primogénitas, los varones, apoyados por la Diputación de la Grandeza -órgano rector de la nobleza-, no quieren renunciar a sus privilegios tradicionales. Y así b,a tallan legalmente -sin excluir otra clase de presiones- con sus hermanas, primas o sobrinas -o con sus descendientes- hasta recorrer todas las instancias judiciales.

El resultado es una larga, costosa, y a veces encarnizada lucha que sólo acaba cuando el Supremo da la razón a la mujer o a su heredero. En concreto, el Supremo ha dictado sentencias a favor de la mujer en relación con los ñiarquesados de Del Vado del Maestre, Villalba de los Llanos, Casa Lasquety y Agrópoli, y los condados de Cabarrús, Retamoso, Valdeprados y Santiago de Calimaya. Y eso no significa que la beneficiada sea siempre la mujer de forma directa. En ocasiones, aun ganando la línea femenina, el título recae en un hombre.

Todo empezó desde que una primera sentencia, del 20 de junio de 1987, declarara inconstitucional la preenúnencia del varón sobre la mujer en la sucesión nobiliaría. Lo curioso es que mientras los jueces consideran que el principio de masculinidad ha sido desautorizado por la Constitución, el Ministerio de Justicia sigue expidiendo los títulos a los hombres escudándose en la cláusula "sin perjuicio de tercero de mejor derecho", lo que significa que secunda la tradición que prima a los varones, pero si las primogénitas estiman que tienen mejor derecho siempre pueden acudir a los tribunales.

Pleitos

Así, los pleitos nobiliarios tienen ante sí un largo porvenir. "Las primogénitas, especialmente las más jóvenes, ya no aceptan ser postergadas en favor de los varones y solicitan para sí los títulos", explica el abogado Ramón López Vilas, uno de los mentores de la doctrina jurídica que apoya la no discriminación de la mujer.

Y todo ello en una sociedad que vuelve a valorar las formas, el boato y los honores. Ser aristócrata vuelve a recuperar cierto glamour que nunca perdió, del todo. Y no sólo porque gracias a los títulos se mantienen sinecuras y asientos en los consejos, sino porque para la nueva clase adinerada acceder a la nobleza puede representar la guinda de su ascensión.

El 1 de diciembre de 1992, la Audiencia de Madrid falló a favor de Natalia Figueroa el marquesado de Santo Floro frente a su hermano varón Agustín. La popularidad de la nueva marquesa de Santo Floro, casada con el cantante Raphael, dio una gran repercusión a la sentencia, recurrida por Agustín de Figueroa.

Entretanto, una reciente instrucción del fiscal jefe del Tribunal de Justicia de Madrid enviada a los fiscales de su ámbito recomienda que no se opongan a las reividicaciones de las mujeres por considerar, que "el principio de masculinidad o preferencia del hombre sobre la mujer, en igualdad de línea, y grado, ha de considerarse discriminatorio y en consecuencia abrogado por inconstitucionalidad sobrevenida".

"La tesis constitucionalista es que el Derecho Nobiliario no puede sustraerse a la Constitución y que debe desaparecer la postergación de la mujer", explica López Vilas. Tesis que comparten entre otros el letrado madrileño Carlos Teixidor y el abogado granadino Fernández Bobadilla. Por el contrario, los que apoyan la tradición y la preeminencia masculina, entre los que se encuentran el conocido jurista y padre de la Constitución Eduardo García de Enterría, aceptan que eso sea así para los títulos otorgados después de la Constitución, pero que para los anteriores debe regir la ley fundacional del título, que es la que rige las sucesiones posteriores.

Carmen Rossi, Mercedes Milá o Agata Ruiz de la Prada son algunas mujeres conocidas que podrían acceder a títulos nobiliarios gracias a la doctrina de la igualdad. En algunas grandes casas, como la de Medinaceli, la primogénita, Ana Medina, puede plantear su mejor derecho a la muerte de su madre, y enfrentarse a su hermano Luis, el mayor de los varones. Pleito en el que posiblemente tendría en contra a su cuarto hermano, Ignacio Medina y Fernández de Cordoba, duque de Segorbe y miembro de la inmovilista Diputación de la Grandeza.

E incluso el anciano duque del Infantado, Íñigo de Arteaga, uno de los adalides de la tradición, puede encontrarse con la controversia en casa, ya que Almudena, la hija mayor de su primogénito, podría alegar mejor derecho que su hermano -el favorito del patriarca- para llevar sobre su cabeza el título de su abuelo.

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