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Rusia reconoce por primera vez que la flota soviética hundió en el mar 17 reactores nucleares

Por primera vez, un informe oficial del Gobierno ruso admite que la flota de la desaparecida Unión Soviética hundió en el mar de Kara, en el Océano Ártico, 17 reactores nucleares de submarinos, seis de ellos Henos de¡ combustible gastado. También acepta que desde 1959 se efectuaron vertidos en dicho océano y en el Pacífico, de residuos radiactivos de baja y media intensidad provenientes de su flota nuclear, transgrediendo 'desde 1976 el Convenio de Londres sobre vertidos marinos. Los lanzamientos continuaron hasta 1992, cuando la Unión Soviética ya había desaparecido.

El estudio, que fue encargado en octubre pasado por el propio presidente ruso, Borís Yeltsin, y fue presentado ayer a la prensa, ha sido elaborado por una comisión formada por representantes de todos los ministerios afectados, incluido el de Defensa, y presidida por Alexéi Yáblokov, el asesor presidencial para los asuntos de medio ambiente. El texto recoge los datos históricos pero también pone sobre el tapete una inquietante incógnita de cara al futuro al recordar que Rusia posee 235 buques de propulsión nuclear -228 militares y 13 rompehielos civiles- con un total de 407 reactores atómicos en funcionamiento, el 60% de todos los que existen en el mundo.Esa enorme flota genera cada año un total de 20.000 metros cúbicos de residuos líquidos y 6.000 toneladas de residuos sólidos, que hasta ahora han ido en buena parte a parar al mar pero que deberían en el futuro ser almacenados en instalaciónes adecuadas. Ninguno de los participantes en la presentación a la prensa se atrevió a evaluar el coste que puede suponer el cumplimiento de las normas internacionales.

El estudio plantea también como tarea urgente que se pongan los medios para que puedan ser extraídos de los buques las grandes cantidades de combustible consumido -un residuo altamente radiactivo-, dado que "hasta el 1 de enero de 1993 sólo se había extraído el 15% del total".

Frente a Nueva Zembla

De todos los vertidos, los que el informe considera potencialmente más peligrosos son los seis reactores de submarinos que fueron enviados al fondo del mar de Kara, frente a las costas de la isla de Nueva Zembla, con todo su combustible dentro al no poder ser extraído a causa de averías. Los compartimentos de los reactores fueron compactados con un material especial, pero el estudio considera imprescindible investigar a fondo el comportamiento de ese material, que en teoría debe servir de protección durante varios siglos.También se considera necesario que se analice a fondo el uso exacto que se dio a esos reactores para poder determinar la cantidad de radiactividad que contienen. Sólo en el caso de uno de ellos, hundido en 1967, se sabe que su actividad es de 100 kilocurios. De los otros seis reactores de submarinos cargados, más el del rompehielos Lenin que también está en el fondo del mar, se establece que el mínimo de actividad es de 120 kilocurios, pero uno de los miembros de la comisión apunta la cifra de 2.300 kilocurios. A todo ello hay que sumar el reactor del submarino Komsomolest, que se hundió por avería en 1989 cerca de las costas de Noruega, cuya actividad calculada es de 150 kilocurios.

Junto al hundimiento de los reactores, el estudio analiza también los vertidos de residuos de baja y media actividad generados por la actividad de la flota, que se concentran fundamentalmente en los mares de Kara y Barents, en el océano Ártico, y en las aguas del Pacífico próximas a Rusia, incluido el mar del Japón. El texto señala que_ los controles que se han efectuado a lo largo de los años sobre la contaminación provocada por los vertidos líquidos se sitúa dentro de límites tolerables que no afectan a los ecosistemas ni a la salud humana.

Pero se subraya al mismo tiempo, que desde 1967 no se han efectuado controles -o no se han aportado los datos- de la eventual contaminación provocada por los vertidos sólidos. Textualmente puede leerse que "todas las investigaciones efectuadas se han hecho a por lo menos 50 o 100 kilómetros de los puntos de vertido, y en 25 años ni una sola en los lugares precisos". Además, Ios lanzamientos en contenedores no son una garantía de seguridad porque los de metal sufren deterioro en 10 años y los de cemento, en 30".

Esos vertidos, además de suponer una trangresión del Convenio de Londres porque no fueron comunicados a la Organización Meteorológica Mundial, lo vulneran en su mayor parte porque fueron efectuados en lugares demasiado cercanos a la costa, a una profundidad inferior a los 4.000 metros y en regiones situadas por encima de los 50 grados de latitud norte. El informe señala que para la URSS, dicho convenio entró en vigor en enero de 1976.

El estudio recuerda también que cuando los firmantes del convenio propusieron en 1985 una moratoria voluntaria de los vertidos radiactivos al mar, la URSS no se pronunció ni a favor ni en contra porque su posición oficial era que "ni se efectúan ni está previsto efectuarlos". Cuando se planteó la posibilidad de dar una solución distinta a la del vertido al mar se acabó descartando por motivos económicos y con una argucia política: se interpretó que el Convenio de Londres no afectaba a los buques de guerra, los principales responsables del problema.

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