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CITA EN VANCOUVER

Clinton acude a la cumbre en ayuda de Yeltsin

Antonio Caño
Más información
3.000 policías y 5.000 periodistas para proteger y contar la cumbre

Lo dijo el presidente norteamericano en su discurso del pasado jueves en Annápolis: "Ahora, como antes, el futuro de Estados Unidos está ligado en gran medida al de Rusia". Aparentemente, Rusia no llega a la cita canadiense como una potencia digna de un trato de igual a igual. Su difícil situación económica, sus conflictos políticos y, en general, las grandes incertidumbres del proceso interno por el que atraviesa la convierten en un mediocre interlocutor.Se ha dicho que ésta, además de ser la primera cumbre de la era de Clinton, es también la primera en la que lo primordial no es la seguridad o las relaciones internacionales, sino la economía, que es una forma de. reconocer que Moscú tiene ya poco que opinar sobre aquellos asuntos.

Pero, para Estados Unidos, eso no parece ser lo más importante. Como explicó Clinton, esas difíciles circunstancias no dejan de ser obstáculos coyunturales que tiene que salvar cualquier gran nación en su proceso de ubicación en la historia.

Al margen de los problemas actuales, para Estados Unidos la relación con Rusia es estratégica. En muchos sentidos. En primer lugar, este país tiene una suerte de compromiso moral con Rusia. Al fin y al cabo, lo que está haciendo el Gobierno de Borís Yeltsin no es más que tratar de repetir en su patria el modelo de libre mercado del que Estados Unidos es el gran promotor mundial.

Estados Unidos acude en ayuda de Rusia fundamentalmente como el mejor medio de garantizar su propia supervivencia. Por diversas razones:

- Estados Unidos no puede seguir pagando el precio de la guerra fría. Necesita el presupuesto militar para sostener su propio crecimiento económico.

- La seguridad norteamericana sigue siendo potencialmente amenazada por un arsenal atómico de 20.000 cabezas nucleares.

- Rusia puede ser el mejor aliado norteamericano, el que extienda la influencia política de este país más allá de lo que nunca ha imaginado.

- Una Rusia democrática y estable abre mercados millonarios para los inversores.

Invertir a conciencia

La perspectiva invita, por tanto, a invertir a conciencia en el futuro de Rusia. Sin embargo, Clinton, que ayer preparó en Portland (Oregón) los últimos detalles de su viaje a Canadá -su primer desplazamiento al extranjero-, dijo también en su discurso del jueves que el Gobierno norteamericano tendría que actuar urgente, pero prudentemente a la vez.

Bill Clinton no llega a Vancouver con un saco lleno de dólares para que Yeltsin lo administre a su antojo. Clinton es, antes que nada, un presidente receptivo a las preocupaciones de su país y sabe que las prioridades de los ciudadanos norteamericanos están concentradas en los problemas de la pobreza en las grandes ciudades, la ineficacia del sistema sanitario, el déficit presupuestario, la crisis de las grandes firmas industriales.

Clinton no está dispuesto, a actuar de forma altruista en Rusia, ni a buscar sólo el juicio de la historia. El presidente norteamericano quiere, primero, explorar cómo funciona la inversión de los 500 millones de dólares heredados de la anterior Administración antes de solicitar al Congreso una nueva partida de ayuda para Rusia.

Clinton quiere, además, conseguir un amplio respaldo nacional en Estados Unidos: en la opinión pública, en el Congreso, en su propio partido y en la oposición. El presidente no quiere repetir el error de George Bush, a quien se acusó durante la última campaña electoral de preocuparse más de los ciudadanos de San Petersburgo que de los de Toledo (Ohio). Clinton no dará un paso sin haber comprobado antes que el país entiende que lo que hace es en beneficio de los intereses nacionales. En este sentido, un sondeo publicado por el diario The New York Times asegura que el 52% de los encuestados se manifiestan a favor de prestar ayuda a Rusia si con ello se puede evitar una guerra civil en ese país. El apoyo se reduce a un 41 % cuando se trata de ayudar "a que Rusia pueda reformar su economía" y a un 30% si el objetivo de la ayuda fuese mantener a Yeltsin en el poder.

[Los presidentes Borís Yeltsin y Bill Clinton hablaron ayer por teléfono sobre los planes de la cumbre, informa Reuter. Los dos líderes se pusieron de acuerdo sobre los temas que van a tratar, que se centrarán en su cooperación económica y comercial y en los "agudos problemas internacionales" del momento].

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