Los que pueden ganar
Lo más entretenido que se puede hacer en Hollywood, en estas vísperas del gran acontecimiento, es tratar de averiguar de qué ventajas disfruta cada uno de los candidatos, teniendo en cuenta la experiencia de años anteriores y los gustos particulares de los más de 5.000 miembros de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, en sus 13 respectivas ramas.Aunque no cabe desdeñar la probabilidad de que las papeletas finales, que son rigurosamente anónimas, acaben siendo rellenadas por la esposa, el amante o el mayordomo del académico titular -en cierta ocasión, la mujer de Henry Fonda confesó que había votado en lugar de su marido, y Hollywood casi se muere del disgusto-, eso tampoco distorsionaría gran cosa lo que, hasta hoy, se ha mostrado como un signo de preferencia o de rechazo.
Por ejemplo, les encantan las películas que han dado dinero, han obtenido buena publicidad y han ganado premios: en este sentido Sin perdón, de Clint Eastwood, es la mejor situada, seguida por Juego de lágrimas, de Neil Jordan, que, además, tiene un argumento muy audaz. En beneficio de Howards end, de James Ivory, jugaría el hecho de que a los académicos les gusta ven en cine las obras maestras de la literatura. Algunos hombres buenos, de Rob Reiner -que no compite como mejor director, una contradicción en la que la Academia incurre a menudo- se beneficia de ser un éxito de taquilla al estilo de los viejos guiones de Hollywood y, en cuanto a Esencia de mujer, de Martin Brest, tiene como baza un ciego dentro. Les vuelve locos el llamado disable factor, como ya se vio con Hijos de un dios menor, El hombre de la lluvia y otros ejemplos.
Neil Jordan podría hacerse con la estatuilla al mejor director, en virtud del sentimiento de culpa que alberga la industria de Hollywood hacia los cineastas in dependientes, pero la envergadura literaria con que se ha arropado James Ivory puede suponer un serio contendiente. Con Robert Altman -y El juego de Hollywood, no ha sido seleccionada para competir por el óscar a la mejor película, y sigue la contradicción- también tiene mala conciencia esa industria, y necesidad de demostrar que se ríe un poco de sí misma. Por su parte, Martin Brest aún no ha hecho méritos suficientes, y eso prácticamente le descarta como posible mejor director. Es Clint Eastwood quien reúne todos los requisitos: ha ganado un montón de premios por su trabajo en Sin perdón, nunca ha sido ni siquiera seleccionado para competir y en él se cumple algo que Hollywood adora, a saber: que el chico duro ha demostrado ser un artista sensible.
Papables y descartables
En el premio al mejor actor principal, Al Pacino va en cabeza por ceguera total y precisión al volante y bailando el tango. Además, se lo debe: cuatro veces fue opto, sin éxito, para este mismo premio; y en dos ocasiones lo fue, también sin triunfar, para la categoría secundaria, que este año le tiene asimismo en lista, por su actuación en Glengarry Glen Ross.Le sigue Clint Eastwood, por las razones anteriormente citadas, aplicables también a su interpretación en Sin perdón. Denzel Washington, protagonista de Malcolm X, interpreta a un gran hombre y envejece, e incluso muere, en pantalla. Además, así resolverían la papeleta de no haber elegido a Spike Lee y que les llamen racistas; pero Denzel Washington tiene ya un Oscar al mejor actor secundario y, verdaderamente, ¿no será demasiado para un negro?. Robert Downey Jr., por Chaplin -otro gran cineasta sin óscar y hay la tira- tiene alguna posibilidad, pero es demasiado joven. Emma Thompson, en el capítulo actriz protagonista, lo tiene todo: es inglesa -y eso aquí es como ser dios-, proviene del teatro -y eso aquí es como ser el Espíritu Santo- y está casada con el más grande actor teatral británico de hoy, Kenneth Branagh -y eso aquí es como ser Vivien Leigh-. Además está magnífica en Howard's end y se ha llevado todos los premios de prestigio. A su lado, Susan Sarandon cuenta con el factor madre desesperada y con lo injusto que fue no darle el Oscar por Thelma y Louise. A Mary McDonnell -Passion Fish- se lo podrían dar porque se pasa media película en silla de ruedas.
A Michelle Pfeiffer -Love Field- le podría llegar la estatuilla del tío Oscar para compensarla por haberla tenido dos años en el paro. Y, finalmente, el misterio de que Catherine Deneuve figure en la lista por su trabajo es tilo Marie Claire en Indochina se explica porque la encuentran muy señora sufriendo por un país que a ellos -los norteamericanos- les hizo sufrir sin compostura.
Babelia
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