¿Dónde están los lamentos del amor?
Un espectáculo simpático, gracioso, bien hecho; no cuenta la historia que relata Shakespeare en Noche de Reyes, sino sus pequeños episodios, y los aumenta con la ilusión personal que pone el director. En la obra hay un cuento, un enredo, un tópico: la isla mediterránea (más o menos), los equívocos de la mujer trasvestida en hombre y los raros amores que produce, la de los dos hermanos que parecen ser uno, y son chico y chica; es decir, ciertas obsesiones sexuales de W. S. y de la época; y ésta es la que está, a mi juicio, mal contada, por el afán de aproximarlo todo al circo. Ese espectáculo, repito, es simpático, bien interpretado; tiene como defecto que dura casi tres horas, lo cual es demasiado para no relatar o marcar las situaciones y las diferencias, para plantar ante los espectadores un solo decorado agradable pero cansado. Ayuda el espléndido texto de Valverde: gusta escucharlo, pero adapta tan bien el inglés del bardo a nuestro castellano y a nuestra actualidad, que no se encuentra demasiado a Shakespeare.Los actores y actrices son guapos, jóvenes, móviles, con una buena voz; y se les entiende todo, cosa no tan frecuente. En fin, todo está bien. Pero ... ¿dónde está la melancolía de los amores imposibles, dónde está la dulce sugerencia de la impostura, dónde los lamentos de enamorados? Están disfrazados entre chistes y gracias. Es costumbre en nuestro tiempo aplicar a los sentimientos tradicionales una lente deformante para explicar que nosotros no somos así, no tenemos aquella ingenuidad. Somos, según estas formas teatrales, superiores: en civilización, en cultura, en relaciones. Como si diera vergüenza a dramaturgos y directores tomar aquellas épocas y presentarlas como eran; y como si de verdad algunas pasiones y amores no sucedieran hoy. O, por lo menos, a ellos. Es cierto que hoy nadie se puede creer que una muchacha bonita y como debe ser pueda ser confundida con un hombre, y que hermano y hermana puedan pasar por una sola persona. Pero ¿suponemos, de verdad, que entonces se lo creían? Naturalmente que no, y todo era un juego del autor y los actores para jugar con una picardía y unas cuestiones sexuales que les atraían. El famoso equívoco nunca lo es más que para los personajes de la comedia y con un solo propósito, que es el de causar un regusto morboso a unos espectadores que, naturalmente, lo sabemos todo.
Noche de Reyes
De William Shakespeare.Traducción: J. M. Valverde. Adaptación y dramaturgia: Valverde y Maurici Farré. Intérpretes: Ricard Borrás, Rosa Vila, Pilar Prats, Cristina Cerviá, Janot Carbonell, Xicu Masó, Pep Molina, Blai Llopis, Pep Comas, David Bagés. Escenografia: Juliá Colomer. Vestuario: Prunés y Amenós. Dirección: Konrad Zschiedrich. Teatro de la Comedia, 25 de marzo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.