Los contras liberan a todos sus rehenes y abandonan la Embajada en Costa Rica
Con un desenlace feliz concluyó ayer, tras 13 días de angustia, la ocupación con rehenes de la Embajada de Nicaragua en Costa Rica por un comando antisandinista. Los cinco secuestradores obtuvieron del Gobierno de su país un rescate de casi 30 millones de pesetas y salieron hacia la República Dominicana y Nicaragua después de liberar sanas y salvas a las 10 personas que aún mantenían en su poder.
El secuestro se inició el 8 de marzo y, desde un primer momento, tuvo más tintes publicitarios que políticos ya que, junto al dinero exigido, se pretendía forzar a la presidenta Violeta Chamorro a cambios muy similares a los que le reclaman los sectores derechistas, entre ellos las destituciones de su yerno Antonio Lacayo como ministro de la Presidencia y del general Humberto Ortega como jefe del Ejército.Todo terminó pasada la medianoche del sábado sin que estas exigencias se cumplieran. El Gobierno de Costa Rica entendió esta ocupación como un asunto a resolver entre los nicaragüenses. Eso fue lo que motivó la presencia en Costa Rica como mediador del cardenal Miguel Obando, y también que se descartara el empleo de la fuerza para resolverlo.
Obando recibió en la pasada madrugada a los 10 rehenes, incluido el embajador Alfonso Robelo, que el comando Yolaina retenía en la sede de la Embajada.
El Gobierno de Chamorro se había comprometido a aceptar las condiciones impuestas por los secuestradores, quienes exigieron la liberación de cuatro nicaragüenses que ocuparon una emisora de radio en Managua el pasado día 10 para leer un comunicado de apoyo. Además, los secuestradores pactaron su salida hacia la República Dominicana y Nicaragua.
El comando había pedido a su Gobierno unos 700 millones de pesetas, pero ellos mismos aseguraron que sólo consiguieron cerca de 30. Los rehenes salieron juntos y fueron recibidos por Obando y por funcionarios costarricenses, que les trasladaron al Ministerio de la Seguridad Pública para interrogarles.
El comando Yolaina permaneció en la sede diplomática hasta que fue trasladado por las autoridades hacia el aeropuerto de la capital costarricense. Su jefe, José Manuel Urbina, y una segunda persona tenían previsto viajar a la República Dominicana, donde serían acogidos como asilados políticos. Los tres restantes se trasladarían en una avioneta a Nicaragua.
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