No a los oportunistas
En todo el proceso que se está viviendo a raíz de la catástrofe asistencial producida en el acelerador de electrones del hospital Clínico de Zaragoza hay que destacar las diferentes posturas que se están manteniendo. La primera y la más encomiable es la de los propios enfermos afectados. Nadie, salvo ellos, tiene todo el derecho del mundo para poder hacer y deshacer. Y son los primeros en guardar silencio y esperar pacientemente que haya algo o alguien que pueda remediar el triste suceso. Una postura que no han compartido algunos. Ha habido quien ha recurrido a la sutil insinuación para que determinados profesionales pidieran el traslado voluntario a otros servicios. Algo que no se ha conseguido, porque quienes están en dicho servicio de radioterapia son auténticos profesionales vocacionales, responsables de su labor y con conciencia de hacerlo y poder seguir haciéndolo bien en su atención a estos enfermos.Y, finalmente, en este repaso a los posicionamientos hay que destacar, tristemente, el de los oportunistas. Vivimos unos momentos turbulentos, donde es fácil contemplar cómo todos los oportunistas acuden prestos al río revuelto, con intención de obtener esos beneficios personales que venían reivindicando oscuramente sin haber conseguido ser atendidos. Mientras, nosotros, una profesión cuyo principio es la entrega y el servicio a la asistencia sanitaria, mantenemos silencio. Silencio de prudencia y paciente espera. No estamos callados porque haya algo que ocultar o de lo que nos tengamos que avergonzar. Nuestra postura es difícil de comprender para quienes no entienden de principios éticos, para quienes consideran que los fines justifican los medios, pero para nosotros, la asistencia sanitaria -el principio de salvar, aliviar y evitar el sufrimiento humano- nos obliga a mantenemos en esta postura de paciente y dolorosa espera. Lamentablemente, doña Elena Guitián Ayneto parece pertenecer a la categoría de estos últimos, ya que en su escrito olvida comentar que la de enfermería es una profesión universitaria de tres años de duración, y está interesada básicamente en prestar cuidados de calidad a los ciudadanos, mientras que los técnicos especialistas de la rama sanitaria deben ser reconvertidos por la Administración, al objeto de homologarlos al resto de la CE. También parece haber olvidado la última sentencia de los tribunales en la que inhabilita, taxativamente, a los técnicos especialistas para realizar cualquier acto tipificado como sanitario.
En todo este luctuoso accidente, las primeras víctimas son quienes han perdido la vida. Que no lo olvide nadie. Y por respeto a ellas, habría que evitar intentar hacer oportunismo y lucro personal, dejar las reivindicaciones profesionales para su momento, con el foro y la mesa oportunos. La Organización Colegial de Enfermería testimonia su solidaridad con los afectados y su incondicional apoyo a los profesionales de enfermería-
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