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Atrocidades impunes

Los criminales de la guerra yugoslava nunca tendrán que enfrentarse a un tribunal

Antes incluso de que el presidente estadounidense, Bill Clinton, pidiera la pasada semana la formación de un tribunal de crímenes de guerra, el Gobierno bosnio había editado ya una serie de carteles con las palabras "Se busca". Impresos con un gran recuadro negro y titulados "Ratni zlocinac " (Criminales de guerra), contienen fotografías de los hombres y mujeres a los que la Administración del presidente Alia Izetbegovic considera como los más peligrosos de Bosnia-Herzegovina.El Gobierno bosnio tiene ya su Comisión para la Investigación de los Criminales de Guerra. Cada violación o cada asesinato han sido catalogados en un registro de las autoridades de Sarajevo, que preparan su propio proceso de Núremberg.

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En Zagreb, también los croatas tiene sus listas de criminales serbios, entre ellos los desconocidos soldados que mataron a más de 200 pacientes hospitalarios en Vukovar. Y no pasará mucho tiempo antes de que los serbios preparen su propia lista de asesinos croatas y musulmanes.

La cruda realidad, sin embargo, es que no va a haber ningún juicio por crímenes de guerra. Nadie tendrá que responder por sus fechorías. Las fosas comunes que llenan el suelo bosnio han asegurado que miles de testigos hayan desaparecido.

Si esto parece una cruel ironía, los que desean alguna "justicia" en medio de los horrores de Bosnia sólo tienen que recordar la historia. Con la excepción de la Segunda Guerra Mundial, nunca ha habido procesos por crímenes de guerra en este o en ningún otro siglo. La Convención de Ginebra de 1949 detalla el comportamiento que deben seguir los ejércitos. Sin embargo, ninguno de los conflictos de posguerra (Corea, Vietman y cuatro guerras en Oriente Próximo), plagados de sangrientas atrocidades, ha generado un solo juicio.

En el caso de Bosnia, las tropas occidentales no van a llegar hasta Belgrado para buscar a los criminales. Y el apoyo de Rusia a Serbia no hace abrigar esperanzas de un consenso internacional a la hora de exigir justicia, como lo hubo contra los nazis.Vidas tranquilas

Siempre queda el argumento de que los asesinos identificados vivirán siempre con la vergüenza. Pero Vojislav Seselj, uno de los asesinos serbios más crueles, obtuvo buenos resultados en las elecciones yugoslavas. Y el siempre sonriente Radovan Karadzic llegó a la sede de la ONU en Nueva York con el visado proporcionado por Estados Unidos, aun cuando meses antes el Gobierno norteamericano lo calificó de criminal de guerra.

Y está el problema del baile de números. EE UU proporcionó al Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) sus estadísticas de violaciones, que cifraban en 70.000. El CICR tenía registrados sólo 12.000 casos. Igual sucede con los desaparecidos.

El mero hecho de tomar como objetivo de guerra a la población civil -dejando al margen los asesinatos y las violaciones- vulnera la ley internacional, como los bosnios saben bien. Ellos ya han acuñado el término "urbicidio" para el cerco serbio impuesto a Sarajevo. En Bosnia no hay reglas, y las atrocidades no van a terminar. La semana pasada, un disparo con mortero contra los cascos azules de la ONU en el aeropuerto de Sarajevo. Un legionario francés murió con media cabeza arrancada. Otro crimen de guerra que quedará sin castigo en Bosnia.

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