Pedro Laín publica un libro sobre la amistad
En su primera visita a Argentina, evocó anoche Pedro Laín Entralgo, se decía que era metafísicamente imposible que un hombre reuniera la triple condición de inteligente, decente y peronista, pues si reunía dos de las condiciones, la tercera resulta imposible. Sin embargo, explicó Laín, que anteayer cumplió 85 años, y sin entrar en las noches políticas argentinas, él sí ha podido encontrar a personas que reúnan las condiciones de inteligencia, generosidad y amistad.La anécdota venía muy a cuento pues precisamente de amistad trata esencialmente su libro Creer, esperar, amar, síntesis de su pensamiento que fue presentada anoche en el club cultural del Círculo de Lectores, editorial que lo publica con motivo del 85º cumpleaños del ex director de la Real Academia Española y catedrático de Historia de la Medicina que, en palabras del director del Círculo, Hans Meinke, es ya "un patrimonio cultural de España".
Y la amistad es el centro del libro porque, entendida como una "actitud abarcante", constituye el núcleo del pensamiento de Laín, según explicó su discípulo Diego Gracia, catedrático de Historia de la Medicina de la Universidad Complutense. "La obra de Laín", dijo Gracia, "ha sido un continuo ejercicio de fe, esperanza y amor a la vida, al hombre, a España, y en el fondo a Dios, y toda su actividad ha tendido a hacer plausibles estos sentimientos".
Desde joven Laín se preguntó si a la angustia diagnosticada por Heidegger no sería posible oponer la esperanza, de la misma forma que Jaspers lo había intentado con el amor. Y de ahí, explicó Gracia, que a la tendencia existencialista de la posguerra, Laín opusiese su profunda creencia en que "la realidad es digna de fe y merece ser objeto de esperanza y amor", y la actitud básica que debe tener un hombre para su propia realización debe de ser la de la amistad.
No existe un libro cuya génesis no esté a su vez en la lectura de otros libros, dijo Laín en una intervención dedicada al significado de la lectura. Y los tres autores más citados en su libro son: Unamuno, Ortega y Zubiri, no sólo porque en muchos aspectos se considera discípulo, sino por una decidida voluntad de integrarse en la tradición del siglo XX español. "Existe esa tradición, y si no existe debemos hacer como si existiera"
