"Belle époque" hace estallar la primera gran ovacion.
Claro éxito de los filmes de Fernando Trueba y Gracia Querejeta en la Berlinale
La noche del viernes se proyectó en la sección Panorama del festival cinematográfico de Berlín, fuera de concurso, la película española Una estación de paso, dirigida por Gracia Querejeta. Fue muy bien acogida, con la sala del Atelier llena y un vivo coloquio posterior. Y ayer, sábado, entró en competición Belle époque. Se llenó por primera vez la gran sala del Kongresshalle, destinada a los medios de comunicación. En esta primera. proyección, más de 2.000 profesionales del cine y el periodismo respiraron a pleno pulmón la fortísima sensación de libertad, de alegría y de dolor que se escapa de esta película, que arrancó continuas risas y provocó tras ellas intensos silencios, hasta la larga, cerrada y unánime ovación final.
Salvo las irrecuperables riquezas de lenguaje que se quedaron atrapadas por las garras de los subtítulos, el público disfrutó a fondo de toda la película. Cuando en la pantalla había gracia, reía; cuando había tensión, callaba; cuando había dolor, se notaba en la sala el peculiar silencio que crea la emoción dentro de un cine.Belle époque es una película magistral, enormemente divertida, contagiosa, inteligente e incluso llena de astucia, pues se metió en el bolsillo a todos los festivaleros y ya es uno de los títulos que suenan para algún lugar en la lista de premios, junto con el excelente filme francés -proyectado horas antes-, El joven Werther, de-jacques Doillon, y la interpretación de Michelle Pfeiffer en Love field, dirigida por el estadounidense Jonathan Kaplan, proyectada a primera hora de la mañana. Buscaremos otro día un rincón para hablar de ellas. Ahora la urgencia nos lleva a la conferencia de prensa de Fernando Trueba y a algunos de los intérpretes de Belle époque: fue viva, como la película.
Alguien preguntó el porqué de la gracia que derrochan los intérpretes. Jorge Sanz contestó: "Cuando un guión está bien dialogado, sólo hace falta decirlo para que haga gracia a la gente". A la observación de que el juego de los actores es tan ligero que parece improvisado, respondió Gabino Diego: "No hace falta que los actores improvisemos en un guión corno el de Belle époque. No conseguiríamos mejorarlo".
Trabajo en serio
Ariadna Gil añadió: "No, no hubo improvisaciones. Trabajamos concienzudamente, muy en serio, hasta el punto de que a mí me era difícil entender al principio por qué yo hacía reír a la gente con mi personaje". Y Maribel Verdú cerró la ronda de las respuestas al enigma de la capacidad de contagio de esta película: "Lo pasamos muy bien haciéndola y esto se queda en la película. Pero no había alegrías a la hora de rodar: junto a la comodidad del trabajo, había mucha disciplina".Fernando Truebá fue más atrás en la búsqueda del fondo de ese enigma: "La génesis de Belle époque se remonta a hace bastante tiempo, pero su escritura concretarnente a dos años. Es una consecuencia casi no premeditada de la amistad que hay entre Rafael Azcona, José Luis García Sánchez y yo. Empezamos a escribirla por el simple placer de estar juntos. Parte de la vitalidad de la película tiene por fuerza que ver con este espíritu cordial con que fue concebida".
Pero Trueba retrocede mucho más en el tiempo: "Si os fijáis, el que la acción de Belle époque ocurra en 1931 un año caótico, pero optimista, de la historia de España, tiene mucho que ver con todo esto. Quisimos rescatar la España luminosa que desembocó en el estallido de alegría de la República. Fue aquella una España que en muchos aspectos se encontraba en la vanguardia de Europa: una España que se reía de los curas, de la Iglesia y de todo lo que significa poder. La guerra civil y el fascismo acabaron con ella y Belle époque es un esfuerzo por reconstruirlo. Una de las cosas más maravillosas del cine es que nos permite escapar de nuestro tiempo e ir hacia atrás en busca de lo que soñamos como un tiempo mejor, una bella época".
Difícil de mejorar esta descripción del origen del encanto que irradia esta notable película española, que se verá en todo el mundo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.