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Cada socio del Hospital de Cataluña pagó 333.000 pesetas por la asistencia vitalicia

Milagros Pérez Oliva

Cuatro mil socios compraron en 1986, por 330.000 pesetas, el derecho a una asistencia gratuita de por vida en el Hospital General de Cataluña, declarado ahora en suspensión de pagos. En los 20 años pasados desde que el primer socio adquirió por 25.000 pesetas una participación del hospital, 77.000 catalanes aportaron una cifra total que en valor actual supera los 22.000 millones de pesetas, dado que una participación cuesta hoy 290. 000 pesetas.

La diversidad de relaciones establecidas entre los socios y el que nació como hospital emblemático de la sanidad privada española origina ahora desigualdades manifiestas entre ellos. Muchos de los 77.000 socios dan por perdido desde hace tiempo el dinero que aportaron para la construcción del hospital, y ni siquiera utilizan sus instalaciones, pero hay varios miles que tienen enganchadas importantes sumas de dinero y ven con preocupación la suspensión de pagos presentada por el hospital, con un pasivo de 12.800 millones.La evolución financiera del hospital configura un desaguisado que hace llevarse las manos a la cabeza a cuantos se acercan a ella. Entre 1973 y 1983, año en que se terminó la construcción del centro, los promotores reunieron 64.000 socios que pagaron desde las 25.000 pesetas del primer año a las 180.000 del último por una participación. En los 10 años siguientes, otros 13.000 socios aportaron cantidades que oscilaron entre las 180.000 y las 290.000 pesetas actuales.

Los 7.000 millones iniciales permitieron construir el hospital, pero su puesta en marcha exigió ya los primeros endeudamientos, que comenzaron con una hipoteca de 1.500 millones de pesetas sobre el edificio. La carga financiera y la ausencia de ingresos ocasionaron un progresivo estrangulamiento financiero que los promotores conjuraron recurriendo una y otra vez a la generosa ubre de los socios. Algunos supieron aprovechar la ocasión y consiguieron prebendas que ahora constituyen el principal lastre del hospital. Así, en 1996, en uno de los muchos ahogos financieros, algunos socios recibieron la siguiente propuesta: "¿Quiere usted comprar por 333.000 pesetas, con un solo pago, el derecho a asistencia gratuita para toda la vida?". Me toman el pelo, pensa más de uno. Pero no era así. La necesidad de dinero era tan acuciante que el equipo promotor decidió recurrir a esta atípica financiación. Cuatro mil socios se apuntaron durante 1986 a esta insólita y más que ventajosa oferta, que ahora constituye un derecho, y un millar más lo hicieron con posterioridad, aunque éstos ya llegaron a pagar hasta 750.000 pesetas por la asistencia sanitaria gratuita de por vida.

La mayor parte de estos socios son asiduos del hospital y representan, ellos solos, un gasto anual superior a 1.000 millones de pesetas. En 10 años más, este colectivo gastará tanto como deuda tiene ahora acumulada el hospital. El promotor y alma máter del proyecto, Carlos Soler Durall, intentó negociar recientemente con ellos la renuncia a este derecho tan oneroso. Algunos accedieron, pero muchos otros no, e incluso amenazaron con ir a los tribunales.

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