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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Costas ultrajadas

Ante la agresión brutal de crudo que una vez más ha ultrajado las costas gallegas a causa de la torpeza humana y su componente de estupidez, la memoria me trae el ejemplo respetuoso de una vieja tradición de los campesinos celtas de las islas Británicas, vigente todavía en este siglo.Cuando alguno de ellos necesitaba cortar madera para construir o reparar algún utensilio, jamás lo hacía sin pedirle permiso al árbol, sobre todo si estaba vivo, con unas palabras muy precisas: "Anciana, dame madera tuya y yo te daré algo de la mía cuando sea un árbol".

No se crea que el campesino trataba de engañar al árbol ni de aprovecharse de él. Aunque a través de otros mecanismos, coincidía con Empédocles, que tenía la certeza de haber sido, en otro tiempo, "un muchacho y una doncella, un arbusto y un ave y un mudo pez del mar", en que la raíz de todas las diversidades de formas es la unidad; en que la vida es, por tanto, una, aunque la veamos reflejada en espejos que llamamos tiempo y que no es real, y también en que regresamos a la unidad de que venimos, sin encontrar las postales del viaje común de todo lo que vive, en un infinito juego de transformaciones.

Las viejas civilizaciones sabían que la realidad no es sino un equilibrio continuamente cambiante y que en esos cambios el hombre no debe interferirse. La nuestra lo ha olvidado. No le pedimos permiso a la naturaleza para usarla, al planeta para abusar de él, a los espacios para desgarrarlos.

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Cualquier beneficio inmediato y personal justifica todo ello. Jamás hay responsables. ¿O los hay, en el caso de Galicia, y yo no me he enterado? ¿El culpable fue sólo el temporal? ¿Y la vez anterior? ¿Y la futura?

Nadie parece tener que responder ante los hombres que con tanto esfuerzo y precariedad de medios, gotita a gotita, tratan de extraer el oro negro que empobrece sus costas, ni ante sus campos manchados, ni ante los mudos peces bajo la losa negra, ni ante las aves, ni ante tanta vida detenida.

Y, sin embargo, lo que ha ocurrido en las costas gallegas no ha ocurrido sólo en su territorio: ecológicamente, le ha ocurrido al planeta como cuerpo total que sostiene la vida. ¿Podemos decir que lo que ocurre a una de nuestras manos no le ocurre a nuestra totalidad? Como en Kuwait, como en las islas Shetland, las sucesivas catástrofes que afectan a los mares gallegos modifican no sólo a nuestro planeta, sino a todo el sistema en que éste evoluciona añadiéndole muerte.

La palabra genocidio significa exterminio o eliminación sistemática de un grupo social por motivos de raza, religión o política. Cuando lo que se elimina es la posibilidad de vida futura y colectiva, ¿qué palabra deberíamos emplear?

¿Por qué esos crímenes no constituyen delito?-

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