Un médico del Clínico dice que no vio nada anormal en los enfermos radiados
El médico Ramón Bellosta, del servicio de oncología radioterápica del hospital Clínico de Zaragoza y acusado por el fallo del acelerador que ha provocado la muerte de 20 personas, aseguró ayer que no vio ninguna alteración anormal en los pacientes que recibieron una sobredosis de radiación. El juicio contra los 11 acusados de cometer una imprudencia con resultado de muerte se reanudará el lunes con la intervención de los peritos físicos y médicos.
Bellosta, supervisor del acelerador lineal de electrones, insistió en el juicio que las alteraciones que presentaban los pacientes tras las sesiones no eran anormales. Algunos de los enfermos tratados entre el 10 y el 20 de diciembre de 1990 tuvieron vómitos, mareos y dolores en la zona radiada a las pocas horas del tratamiento.Éste fue el caso de Francisca Millán, que al acabar la sesión ya se quejó de sentir un "quemazón" en el cuello. "Estaba muy nerviosa, la examiné y no encontré nada anormal. Pero como continuaba en un estado inquieto decidí ingresarla para que estuviera bajo control", recordó el médico. A las 24 horas fue dada de alta. Falleció en agosto de 1991 a consecuencia del fallo.
El médico fue preguntado por los abogados de los afectados y por un momento el juicio se convirtió en una consulta médica:
Abogado. ¿Cómo valoró las molestias que sufrió Josefina González? El mismo día de una de las sesiones se mareaba por la noche.
Médico. No recuerdo el caso. ¿Qué molestias tenía?
Abogado. Vómitos, mareos y dolor en la zona irradiada.
Médico. ¿En qué zona del cuerpo tenía los dolores?
Bellosta dijo que no alteró las dosis del tratamiento por las quejas de los pacientes. El médico explicó que no tuvo conocimiento de las altas radiaciones recibidas por los enfermos hasta el 27 de diciembre.
Añadió que el 21 supo que la aguja que indicaba la potencia del acelerador estaba situada siempre en valores altos. "Entonces empezaron los problemas graves", afirmó, a la vez que precisaba que después de tratamientos radiológicos hay un periodo de tiempo en el que no se suele manifestar nada especialmente anormal.
Tanto este facultativo corno Paloma López, médico del mismo servicio, están acusados por el fiscal de cometer una falta de imprudencia. Para ellos, el ministerio público pide una multa de 80.000 pesetas, la pena más baja de las que solicita para los 11 acusados.
En la sesión del juicio de ayer también declararon dos de las ATS que operaban el acelerador: Peña Zarazaga y Montserrat Ayala. Las dos están acusadas en el caso, al igual que el supervisor de enfermería Arturo Munarriz. Del testimonio dado por los tres se desprende que antes de producirse el accidente, cuando existía una avería en el acelerador se avisaba directamente al técnico de la empresa General Electric para que lo reparase.
Después del fallo, las comunicaciones internas dentro del hospital son más rigurosas, según se deduce de las declaraciones de todos los inculpados.
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