La guerra ha terminado
Luciano Benetton comerciará. con Cuba pese al aislamiento del régimen de Castro
Cuba puede ser un país privilegiado para un empresario listo y poderoso. Sobre todo si le interesa la publicidad y es capaz de captar parte de la propaganda negativa de la isla que se hace hoy gratis en el mundo, revirtiéndola en su propio beneficio. Esto es lo que acaba de hacer en Cuba el empresario italiano Luciano Benetton. Hace unos días llegó a La Habana en su yate privado, se entrevistó con Fidel Castro y luego dijo: "La guerra entre Estados Unidos y Cuba ha terminado". Afirmó también que "colaborar con Cuba es apostar por el futuro".
Más de uno se quedó con la boca abierta. Por primera vez un empresario extranjero con intereses en la isla actuaba de este modo. A diferencia de otros grandes grupos, que silencian o al menos no difunden su presencia en Cuba, como la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE), con inversiones en el sector turístico cubano, o la empresa petrolera francesa Total, Benetton vino a La Habana con fotógrafos y periodistas y aireó a gritos sus planes y sueños caribeños."Admiro mucho la historia cubana de la última época", afirmó, con cierto morbo, el industrial y senador italiano, uno de los primeros en abrir tiendas en Moscú cuando1a URSS era todavía la URSS, en 1989. Después marchó a Hungría, Polonia y la antigua Checoslovaquia, y así puso negocios en casi todos los países ex socialistas.
Benetton llegó a Cuba, y desde el primer momento demostró tener las cosas claras. Sólo unas horas después de desembarcar se reunió con Roberto Robaina, el primer secretario de la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba (UJC). Robaina es conocido por sus campañas ideológicas, en las que combina las pintadas de colores chillones con eslóganes de Sí por Cuba, Te seré fiel o Fidel, contigo p'a lo que sea.
Durante sus conversaciones con Robaina, Luciano Benetton se interesó por las campañas de la UJC y por la forma en que esta organización pretende atraer a la juventud mezclando mercadotecnia e ideología. El líder de la Juventud Comunista enseñó al empresario italiano unas camisetas con logotipos revolucionarios. Al tocar la tela, espesa -"una donación de Francia"-, el empresario italiano se horrorizó y prometió suministrar buenos tejidos a la UJC para que sus camisetas se adecuen además al clima tropical.
Robaina explicó posteriormente a EL PAÍS: "Le enseñamos lo que hemos hecho en estos últimos tres años y nuestras campañas de propaganda gráfica, y le gustó mucho". El líder de la UJC agregaba: "Nos ha brindado su ayuda, y dentro de unas semanas enviará a La Habana un experto en imagen que nos asesorará para confeccionar próximas campañas. Estamos contentos".
Sin embargo, Luciano Benetton no venía a Cuba a hacer ideología, sino negocios. En menos de 36 horas se entrevistó con Abraham Maciques, presidente de los consejos de Estado y de Ministros, responsable del turismo a nivel nacional; con el ministro de la Industria Ligera -bajo su responsabilidad está toda la industria textil del país-, y con el propio Fidel Castro.
El resultado fue el siguiente: Benetton llegó a un acuerdo para abrir siete tiendas en la isla, una de ellas en la plaza de Armas, en el centro colonial de La Habana. Escogió Cuba como soporte de su campaña publicitaria de 1994, y así acordó enviar en marzo a la isla a Oliverio Toscani, fotógrafo que desde hace 10 años se encarga de las campañas de la firma.
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