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Estreno de los 'Cantos' de Halffter

Mantiene el Festival de Canarias el alto tono sinfónico, la selectividad de los solistas y la medida, pero bien orientada solidaridad con lo contemporáneo. Acabamos de comprobarlo ante una obra importante de Cristóbal Halffter, escrita por encargo del festival. La dirigió el compositor a María Orán, Simón Preece y la RSO, de Berlín, desde hace casi medio siglo, la segunda orquesta de la capital alemana, lo que es mucho decir siendo primera la fabulosa y mítica Filarmónica. Excelente orquesta en todos los aspectos, tocó la novedad como si se tratara de repertorio. Claro que, desde Fricsay a nuestros días, está habituada a los lenguajes y hasta los dialectos de la música actual.La obra de Halffter, a pesar del título aparentemente tradicional, obedece a unos conceptos y una sensibilidad absolutamente actual: la propia del compositor madrileño, tan inteligente, sutil y restallante. Sobre la base de siete textos poéticos históricos de las Españas -castellanos, árabes y sefardíes-, crea el músico un vasto ciclo para voces de soprano y barítono y gran orquesta, en el que se suceden Al-Katib, Cetina, Manrique, Ibn Ezra, Quevedo y Yehuda Ibn Giyt, además del anónimo cegel de las "morillas", único citado literalmente en la voz pero envuelto en una mágica, palpitante y casi contradictoria atmósfera instrumental.

En el resto, la belleza y significación de los poemas actúa a modo de incitación, un tanto al estilo de los fenómenos latentes que estudiara Meriéndez Pidal en la literatura y sin que la palabra se entienda la mayor parte de las veces. El problema para el público reside en la inusual morfología que, en Halffter, adopta lo latente al hacerse relativamente evidente. La fuerte imaginación de Halffter mantuvo, sin embargo, la atención de todos y el éxito fue completo.

La soprano María Orán hizo una creación de sus tres cantos y de la Ensalada a dúo con el barítono, Simón Preece, musical, con dicción imperfecta y volumen corto. La orquesta otorga cohesión a una obra sorprendente en el panorama de nuestra lírica.

Precedió al estreno la Segunda Sinfonía del americano Charles Ives, fechada en 1902, en la que de distinta manera se hace también presente lo tradicional, dentro de un largo discurso pos-romanticista que habría causado mayor impresión de haberse estrenado en su momento y no 50 años después. Halffter dirigió con toda responsabilidad la obra y de modo insuperable sus Cantos de España.

El día anterior, la SRO, dirigida por Termikanov, lució sus perfecciones en la Pascua rusa, de Rimsky, y la Sexta Sinfonía de Shostakovich. Entre ellas, la joven violinista Antje Weithaas protagonizó el concierto de Sibelius, con belleza de sonido y una musicalidad sin mácula.

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