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Hillary: de la caridad a la Sanidad

La primera dama norteamericana, Hillary Clinton, ha instalado su despacho junto con el del resto de los consejeros de su marido, en el piso de arriba del Despacho Oval. Hillary es la primera esposa de un presidente estadounidense que va a trabajar desde el ala oeste de la Casa Blanca, el sector donde se ejercen las decisiones de poder, a escasa distancia de la oficina del jefe del Estado. La esposa del presidente, una abogada en ejercicio hasta que su marido fue elegido, contribuirá a perfilar la política sanitaria, en lugar de limitarse como el resto de las primeras damas a actos de caridad.

Después de mantenerse en segundo plano durante toda la campaña presidencial, la abogada reaparece en la escena política como la supervisora del más ambicioso y urgente reto de la actual Administración: la reforma del sistema sanitario. Hillary Clinton, de 44 años, tendrá un puesto de responsabilidad en la Casa Blanca pero no podrá percibir ningún sueldo ya que una ley de los años 60, a raíz del nombramiento de Robert Kennedy como fiscal general (ministro de Justicia), impide que los presidentes ofrezcan un cargo a sus familiares cercanos. Algunos miembros de la Administarción temen, según el diario The New York Times, que la falta de experiencia formal en el área sanitaria de Hillary Clinton sea utilizada en su contra y que la polémica salpique a Bill Clinton.

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A pesar de que las cualidades profesionales de Hillary Clinton son incontestables y que su ejemplo es la esperanza de las organizaciones feministas, Hillary deberá enfrentarse a los efectos del cambio que está imprimiendo al papel de la primera dama. Eleanor Roosevelt, una de las esposas más influyentes y activas, trabajaba desde su habitación. Jacqueline Kennedy fue la primera esposa del presidente que contrató a una asistente, pero su papel se limitó a actos sociales. Nancy Reagan y Bárbara Bush protagonizaron actividades benéficas.

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