Los cerdos sustituyeron a los lectores en la Biblioteca Nacional de Camboya
Los 'jemeres rojos' destruyeron la mitad de los fondos del centro
Los cerdos sustituyeron a los lectores en la Biblioteca Nacional de Camboya durante el trienio polpotista. El histórico rebuzno "¡muera la inteligencia!" encontró en este país asiático sus mejores ejecutores, pero Um Neang, actual director de la biblioteca, intenta reconstruir el patrimonio cultural quemado para hacer sitio a las bellotas.
Pol Pot, cuyo busto pende de varios patíbulos en Phnom Penh, se hizo con el poder en 1975 e intentó establecer en el país un colectivismo agrario de inspiración maoísta sobre las cenizas de la capital y las tumbas de los intelectuales. "Cuando comenzamos a restaurar la biblioteca después de la derrota del régimen, sólo encontramos 21.921 libros, menos de la mitad de los registrados originalmente", recuerda el director de la biblioteca, cuyo nombre en francés conserva la fachada del edificio y evoca los años del colonialismo francés.
Escritores al cadalso
La milicia adoctrinada en los arrozales irrumpió en la ciudad con órdenes estrictas que cumplió a rajatabla. Escritores, profesores o artistas y quienes fueron descubiertos hablando lenguas extranjeras subieron al cadalso tras confesar su afición a la lectura o reconocer en el potro cargos falsos. Sus nombres completaron el millón de personas asesinadas por razones políticas o simplemente porque los verdugos perdían la razón y mataban por impulso.La Biblioteca Nacional fue arrasada, y, para escarnecer un centro por el que sintieron especial aversión, nada mejor que la complicidad del animal que mejor simbolizó la sensibilidad de aquel Gobierno. Varias piaras de cerdos engordaron en los jardines de la biblioteca y hozaron entre las estanterías y archivos que albergaron inestimable documentación sobre la milenaria civilización jemer.
Neang, que perdió a su mujer, a siete de sus 10 hijos y a 20 primos y sobrinos, trabajaba en la sección técnica de la biblioteca, y de los 40 empleados de centro únicamente sobrevivieron tres. "Mis hijos fueron buenos estudiantes. ¿Cómo es posible que alguien en su sano juicio piense que constituían una amenaza para la seguridad nacional?". Expulsados del poder por la invasión vietnamita de 1979, los jemeres rojos huyeron a la jungla, y allí aguardan, armados, tiempos mejores.
Mientras tanto, Neang ha conseguido la colaboración de Rusia, Australia y Francia y el número de volúmenes registrado asciende a cerca de 100.000 y se esperan más donaciones. Uno de sus ayudantes ha seguido un curso de bibliotecario en Australia, pero son necesarios cursillos nacionales para jóvenes interesados en la reconstrucción del patrimonio camboyano escrito.
Pero en esta tórrida nación tropical faltan fotocopiadoras y habitaciones con aire acondicionado donde frenar el deterioro de los libros salvados de los porqueros y de los tomos con cientos de páginas arrancadas por los jemeres rojos para liar cigarrillos, encender fogatas o calentar guisos. "Algunos documentos son muy antiguos y las páginas se tornan quebradizas. Para conservarlos necesitamos condiciones especiales".
El director de la Biblioteca Nacional, quien ocultando a los interrogadores su relación con las letras salvó la vida, teme que la falta de fondos limite la recuperación de los documentos rescatados. Muchos de ellos fueron encontrados hechos jirones, la mayoría en mal estado, y todos desparramados por los pasillos y salones del augusto edificio convertido en una cuadra por Pol Pot y por quienes 15 años después no renuncian a uña nueva edición del macabro experimento.
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