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Craxi sigue

"Nada es lo mismo, nada / permanece / Menos / la Historia y la morcilla de mi tierra " (A. González).Cuando hace unos días, y tras un nuevo revolcón electoral, se anunció que Bettino Craxi, secretario general del PSI, sería procesado, la mayor parte de sus conciudadanos pensaron que dimitiría. No ha sido así. Bettino Craxi no se va, sino que anuncia una declaración parlamentaria donde va a tirar de la manta. Un Sansón ya rapado se agarra a las columnas con intención de sepultar a los filisteos. ¡Ya será menos! El templo no se moverá con el esfuerzo de este político, entre otras cosas porque se encuentra ya por los suelos. La República Italiana se está yendo por la tangente (1), el crédito social de los partidos tiende asintóticamente a cero, y allí acabará si no hay un cambio de variable. Entretanto, Craxi, hundido con su familia hasta los ojos en el escándalo, sigue. ¿Por qué?

La respuesta es tan obvia como trágica. Porque no tiene donde ir. Se trata de un "profesional" de la política a la nueva usanza. "¿Qué contenido ideológico o filosófico ha tenido el craxismo?", se preguntaba un editorialista. La respuesta era contundente: "Nada". Sin ideas, o con ideas tan prestadas como cambiantes, se puede manejar un partido colocándose en el centro del aparato, y para ello no se necesitan ideas, ni inteligencia, ni grandeza de miras, ni liderazgo moral; basta con tener bien agarrada la cesta del pan y habilidad para repartirlo en el interior del partido. Así se explica que teniendo en contra a la opinión unánime de la ciudadanía, incluyendo en ésta a los votantes del PSI, mantenga el apoyo mayoritario de su partido. Tan contradictoria situación pone en evidencia no tanto a Craxi, sino al sistema de partidos, a la forma-partido de representación política. Hace ya muchos años, Michels y Weber expusieron con brillantez estos mecanismos perversos, sin embargo, y paradójicamente, el fascismo primero y el comunismo después, al plantear alternativas dictatoriales a la "partitocracia", a la "clase discutidora", rebajaron al segundo plano de la conciencia pública estos defectos, que hoy, desaparecida la amenaza totalitaria y derrumbado el referente soviético, emergen con fuerza.

"Los partidos no son propiedad de sus militantes y mucho menos de su núcleo dirigente", se repite con razón, pero tal afirmación ha de concretarse en normas de funcionamiento interno de las cuales los aparatos abominan.

Karl Popper ha sostenido con énfasis que lo único a lo que puede aspirar un elector ante las urnas es a derribar el Gobierno actual. Cualquier pretensión más ambiciosa o participativa que no sea ésta, es pura ilusión. Popper cree que los aparatos de los partidos están destinados inexorablemente a secuestrar la voluntad popular. De ahí su defensa del sistema mayoritario y su encono contra el sistema proporcional. Sin embargo, la implantación del sistema mayoritario en Italia, o en otros países donde rige hoy el proporcional, muy probablemente conduciría a una balcanización política de tipo territorial que amenazaría muy seriamente la propia supervivencia de la unidad del Estado. Difícilmente la solución la- puede dar por sí sola una ley electoral, cuando lo que está en cuestión es el funcionamiento interno de los partidos y su relación con los electores.

Cuando el sistema de selección del aparato se basa fuertemente en la cooptación, su núcleo duro progresivamente se autolegitima con el mero uso del poder interno, tomando decisiones autónomamente, vale decir, sin consulta previa al resto de los miembros de la organización y mucho menos a los electores. El refrendo siempre es a posteriori y se realiza por asentimiento. Este sistema piramidal es, además, caldo de cultivo para los comportamientos sectarios.

Tradicionalmente, el sectarismo político se presentaba avalado por posiciones Ideológicas de tipo dogmático, en tanto que éstas constituían un modo de fuerte autoidentificación. Hoy se ha impuesto el sectarismo sin dogma, lo esencial en éste ha resultado ser la actitud respecto a los otros. La secta se identifica por exclusión. El sectario afirma: "Quien no está conmigo, está contra mí".

Craxi habla de una conspiración de jueces y periodistas contra él y los suyos. Dado que su oponente más notorio en el interior del PSI es precisamente el ministro de Justicia, Martelli, ello refuerza la tesis de la "conspiración externa e interna contra el partido", lo que conduce a la autoproclamación de Craxi como piedra berroqueña colocada a la puerta del sanctasanctórum de su partido. Empero, visto a la distancia, tal piedra más semeja una losa funeral o el granito que tapona la cueva de los ladrones en el cuento de Alí Babá. El enroque de Craxi a nada bueno conduce, ni al PSI ni al sistema democrático. El socialismo italiano puede acabar sin piezas y ahogado. La partida terminaría en tablas, pero con el tablero democrático deshecho.

(1) Tangente llaman en Italia al dinero de los cohechos que vierten los empresarios, según propias declaraciones, en la caja B de los partidos, o creen verterlo en tales arcas, pues ya se sabe que el dinero negro tiene querencia a quedarse entre los dedos de los prestidigitadores que lo manejan.

es presidente de la Comunidad de Madrid.

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