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La 'ciudad de la muerte' somalí espera la llegada de las tropas norteamericanas

Al anochecer, las mezquitas de Baidoa expandieron el mensaje por el cielo: "No más armas hoy". La ciudad de la muerte de Somalia se prepara para la inminente llegada de las tropas estadounidenses. Los grupos armados han desaparecido repentinamente de las calles. La segunda fase de la intervención militar para garantizar el reparto de la ayuda humanitaria a la población somalí está ya en marcha.

El camino hasta Baidoa, situada a 250 kilómetros al noroeste de Mogadiscio está lleno de baches y de controles. Unos adolescentes forman esta peculiar policía de fronteras : ellos quitan de la carretera los hierros retorcidos o los neumáticos después de lanzar miradas desafiantes al interior del vehículo. A la salida de Mogadiscio, la capital, los fusiles, ocultos bajo los asientos, salen a la luz. El territorio vuelve a pertenecer a los grupos armados.Hasta Baidoa llegó ayer el enviado especial de Estados Unidos, Robert Oakley, que se reunió con las fuerzas vivas locales: jefes de clanes, grupos de mujeres y líderes religiosos. El propio Mohamed Farah Aidid, que controla la región, estuvo presente. Oakley preparaba el terreno para la llegada de los marines. "Todos los grupos han aceptado cooperar", dijo. "Entienden nuestra misión y van a controlar a su gente., Mañana todo será distinto". El enviado especial no quiso precisar la hora de la llegada de las tropas estadounidenses pero sí lo insinuó: "Yo, a partir de la medianoche, me andaría con cuidado".

Baidoa es una ciudad arrasada. Las casas, de una planta, con barrotes de metal en las ventanas y puertas de madera, están cosidas a balazos. A pesar de todo, durante el día sus calles se llenan de tenderetes y puestos de té, como si nada ocurriera. A sus 40.000 habitantes se han unido en este año otros 50.000 desplazados desde otros puntos de la región por la sequía y la guerra. En verano, 500 personas morían cada día de hambre. Ahora la cifra se ha reducido a 40 o 50.Un infierno

Las ocho organizaciones no gubernamentales que trabajan en la zona respiran aliviadas. Desde el anuncio de la llegada de las fuerzas norteamericanas, Baidoa se convirtió en un infierno. Un funcionario de Unicef (fondo de la ONU para la infancia), se lleva las manos a la cabeza cuando lo recuerda: "Cuando los marines llegaron a Mogadiscio, pensamos que al día siguiente estarían aquí. El general Aidid dio la orden de que sus hombres se retirasen a un campamento. Al no llegar nadie, regresaron. Y al anunciarse que la operación tardaría una semana, comenzó el pillaje". Tres días de asaltos durante la semana pasada produjeron más de 40 muertos. Las presiones de las organizaciones humanitarias, principales víctimas del pillaje, parecen haber hecho mella en los clanes de las fuerzas militares, que tenían previsto retrasar su llegada a Baidoa hasta finales de esta semana.Desde el pasado viernes, los equipos de Unicef, por ejemplo, no han podido completar su campaña de vacunación contra el sarampión en los pueblos cercanos. "Eso puede suponer la muerte de muchos niños", dice su director, el doctor Said Muse. En la última semana ningún convoy de alimentos ha llegado hasta Baidoa, aunque los vuelos humanitarios han seguido partiendo desde Mombasa.En el campamento de refugiados de Baidoa, situado a la salida de la ciudad, 9.000 personas se apiñan en chocitas como iglúes, hechas a base de palos, jirones de tela y plásticos. Los más afortunados tienen además trozos de chapa. La mayoría llegó del sur de la región a principios de año. "Las tropas de Siad Barre [el dictador derrocado en enero de 1991] nos han robado los camellos", dice un desplazado. Los agricultores tampoco se libraron de los ataques y abandonaron sus tierras. "Ahora queremos volver, pero no tenemos nada". Los niños van *vestidos con trapitos anudados al cuello. Muchos tienen hongos en la cabeza. Se acercan curiosos, tosiendo. [El intento de linchamiento de una joven somalí el lunes en Mogadiscio fue originado por la distribución de chocolate entre la población por parte de los militares norteamericanos, según el servicio de comunicación de las Fuerzas Armadas francesas].

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