Homenaje a Xavier Montsalvatge
El octogenario Xavier Montsalvatge ha recibido el homenaje del público madrileño a lo largo de un concierto monográfico de la Orquesta Nacional dirigida por Antonio Ros Marbá. El éxito fue total y el compositor saludó repetidas veces junto a sus intérpretes después de cada una de las partes del programa.En la primera parte del programa escuchamos dos partituras orquestales, de breves proporciones e intención objetiva. La obertura Reflexus fue creada para el Festival Internacional de Barcelona en 1973 y es un ejemplo evidente del dominio de Montsalvatge en el mundo de las ideas y las formas, así como de su pensamiento instrumental fuertemente coloreado.
Sortilegios, es de este mismo año y la dedicó el compositor al concurso de dirección de orquesta celebrado en Cadaqués. Con todo y ser objetiva, esta página parece envolver en expresionismo un sustrato impresionista, a la vez que se filtran en sus pentagramas ciertos estilemas practicados en el pasado por Montsalvatge dentro de su periodo denominado antillanista.
Orquesta Nacional de España
Solistas: A. Giménez Attenelle, pianista y C. Moncloa, soprano. Obras de Montsalvatge. Auditorio Nacional. Madrid, 20 de noviembre.
Alberto Giménez Attenelle protagonizó el concierto breve (que en realidad es de duración normal) para piano y orquesta en el que es fácil advertir una serie de reflejos voluntariamente aceptados por el compositor catalán en 1953: cierto aura catalana para las ideas del primer tiempo, la presencia del jazz y, más aún, de su admirado Gershwin en el precioso andante y resonancias ravelianas en el brillantísimo final.
Todo ello no son sino referencias sobre las cuales teje el músico su discurso fácil, vivo y sentimental. La versión de Giménez Attenelle resultó sensacional, tanto por el dominio de la técnica pianística, entendida en todas las dimensiones del término, como por la comprensión y transmisión de la sustancia y el estilo.
Espiritualista
Toda la segunda parte quedó. ocupada por La sinfonía de réquiem, de 1985, sin duda una de las obras más hermosas del músico gerundense por la libertad e independencia de lenguaje. En el fondo, este réquiem pertenece a la línea espiritualista de Montsalvatge que se manifestó con singular belleza en las Invocaciones al crucificado para voz y conjunto instrumental. Pero en la sinfonía el contenido se condensa e interioriza unas veces en forma de meditación y otras a la manera de una contemplación.Quizá el misticismo de Maragall, ya cantado por el músico hace años, se esconde en la raíz de este mensaje conmovedor. La soprano Catalina Moncloa añadió emoción al final de la obra con su breve intervención, acaso el momento más lírico de una obra tensamente dramática.
Las versiones de Ros Marbá fueron de máxima categoría así como la respuesta de la Orquesta Nacional de España, de modo que quedaron explicadas y comunicadas con meridiana claridad todas y cada una de las partituras de Javier Montsalvatge, este músico singular y menos solitario de lo que se piensa pues aparece inmerso en su tiempo, conflictivo y contradictorio por naturaleza.
Babelia
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