El nuevo catecismo bloquea la apertura del Concilio Vaticano II
El nuevo Catecismo Universal de la Iglesia Católica, puesto a la venta el pasado lunes en Francia -150.000 ejemplares-, sostiene la vieja doctrina del Infierno, Purgatorio y Paraíso, y abandona el Limbo. Se mantienen los tradicionales pecados mortales y veniales, y aparecen pecados sociales de hoy como el no votar o el fraude fiscal. El Catecismo bloquea la apertura del Concilio Vaticano II, que había dejado gran libertad en lo que no fuera dogma de fe para que, según las culturas y sensibilidades de los pueblos, cada episcopado redactara su catecismo. Uno de los primeros y más conflictivos fue el ya mítico catecismo holandés. El Papa presentará oficialmente el próximo día 8 el nuevo texto, del cual se han hecho seis redacciones, tras recibir 24.000 enmiendas.
En la introducción al Catecismo, el papa Wojtyla ha sido más prudente que muchos comentaristas, que habían presentado el texto como un plebiscito del episcopado mundial. En verdad no ha sido así, y está aún por escribir la lucha interna dentro de los diversos episcopados contra muchas cosas que han desaparecido y contra otras que han quedado. De hecho, el Papa afirma textualmente que "el proyecto, en su conjunto, ha obtenido un amplio consenso por parte del. episcopado". La expresión "en su conjunto" y el adjetivo "amplio" son muy significativos en la pluma del Papa.
La idea de este catecismo, que es una respuesta a los catecismos más progresistas que algunos episcopados habían difundido en sus diócesis, fue en realidad del cardenal Joseph Ratzinger, prefecto del ex Santo Oficio, el hombre duro del Vaticano convertido a las ideas conservadoras tras haber sido uno de los expertos más progresistas del episcopado alemán durante el Vaticano II.
El catecismo de Ratzinger
Su proyecto de redactar un catecismo universal lo lanzó Ratzinger en el Sínodo de Obispos de 1985, y en aquel momento su idea fue muy contestada por los obispos más abiertos, que lo consideraban como un corsé y un freno a las ideas más abiertas puestas en circulación por el Concilio.
Ahora que el texto oficial se ha hecho público, y que ha sido ya apellidado como catecismo Ratzinger, no cabe duda de que levantará no pocas ampollas en muchos ambientes católicos. Y por muchos motivos:
1. En su conjunto, y si se exceptúan los capítulos más nuevos que se refieren a los "pecados sociales", en los que se habla desde la obligación de ir a votar hasta de la política económica, el catecismo es más bien un amasijo de citas quevan desde Santo Tomás, pasando por el Concilio de Trento, hasta el Gencilio Vaticano II, del que se recogen las partes más conservadoras.
2. Prácticamente nada de lo que ha madurado en la teología dogmática, bíblica y moral en, estos últimos años ha tenido eco en el nuevo catecismo. Más aún, en muchas ocasiones se rechazan ,explícitamente muchas de las nuevas tendencias de la teología, y de la exégesis bíblica moderna contenicias incluso en catecismos nacionales. La única excepción es que ha desaparecido el "limbo" para los niños muertos sin bautismo. El catecismo afirma que la Iglesia los "confía a la misericordia de Dios" y que "espera que puedan salvarse".
3. Se advierte que en el texto han intervenido muchas manos, y en ocasiones se nota muy claro el forcejeo de un compromiso, sobre todo en materia sexual, donde, por ejemplo, se acepta el concepto tradicional de que los "actos homosexuales" son "intrínsecamente malos", mientras se pide compasión y misericordia con los homosexuales. Lo mismo en la catalogación de los pecados, donde es muy importante el acento que se pone en su formulación. Así, mientras se condenan los horóscopos, se admite como legítima, en casos muy graves, la pena de muerte. Y el texto es infinitamente más duro, cargado de adjetivos muy fuertes, en la condena del divorcio que en la de la tortura.
4. El catecismo revela muy poca sensibilidad por lo que se refiere al mundo de los animales, quedándose en esto muy atrás de la misma doctrina del papa Wojtyla, que había llegado a plantear la hipótesis de que también los animales "poseen alma". Se mantiene la doctrina tradicional de que los animales son inferiores al hombre y, por tanto, están a su servicio. Y así se admite como lícita la vivisección, y se condena el dinero que los hombres se gastan con los animales de compañía en vez de destinar dicho dinero los pobres.
5. El problema de la aceptación de la mujer al sacerdocio, que fue uno de los temas de mayor polémica entre los obispos, y que acaba de dividir a los mismos anglicanos, ha quedado zanjado negativamente. El catecismo cierra todas las puertas al sacerdocio femenino afirmando que esa es la tradicción de la Iglesia y que Cristo no escogió a ninguna mujer dentro del Colegio apostólico.
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