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Los conceptos tradicionales quedan intactos

Juan Arias

En el nuevo catecismo universal puesto a la venta el, pasado lunes en las librerías francesas ha quedado intacta la vieja doctrina católica, incluso en aquellos puntos que la moderna teología y la nueva exégesis bíblica moderada habían ya elaborado con conceptos más avanzados. Éstos son algunos de los más significativos:- La existencia real y personal de ángeles y demonios como "verdad de fé".

- La existencia del purgatorio y del infierno, este último como "lugar de fuego eterno", aunque desparece el "limbo" para los niños no bautizados.

- Se defiende -según la doctrina emanada del Concilio de Trento celebrado en el siglo XVI- que "el pecado original se trasmite con la naturaleza humana". Y que, a consecuencia de dicho pecado, la naturaleza humana está debilitada en sus fuerzas, sometida a la ignorancia, al sufrimiento, a la muerte, al pecado y a la concupiscencia".

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- La muerte no la creó Dios, sino que entró en el mundo "por la envidia del demonio".

- Sigue en pie la doctrina tradicional, tan discutida, acerca de la "virginidad física" de la Virgen María antes, durante y después del parto, ya que Jesús fue concebido "sin semen de varón".

En este caso, el catecismo sale al paso con una nota a las teorías más modernas, que afirman que se trata más bien de un texto simbólico o mitológico, rechazando tales interpretaciones de no pocos biblistas católicos, y afirmando que se trata de las "burlas e incompresiones de ateos, judíos y paganos"

- Otro punto controvertido por la teología moderna es la interpretación acerca de la "resurrección de Cristo", que el catecismo mantiene en su forma más tradicional de un hecho físico e histórico. Y por lo que se refiere a la resurrección de los muertos, sigue firme la doctrina antigua de la "resurrección de la carne".

Se afirma que nuestro cuerpo se pudrirá, pero que Dios dará a cada alma "un cuerpo incorruptible". Y a la pregunta "¿cómo sucederá eso?", el catecismo responde que "ello supera nuestra imaginación y nuestro entendimiento y que se puede entender sólo con la fe".

- Se mantiene la polémica afirmación de que "fuera de la Iglesia no existe salvación". El nuevo catecismo universal intenta traducirla en positivo afirmando que significa que "todo lo bueno viene de Jesucristo, a través de la Iglesia que es su Cuerpo".

- En cuanto al ecumenismo el nuevo catecismo universal se mantiene el viejo concepto que lo bueno que pueda haber en las otras religiones es sólo una "búsqueda en la sombra" de Dios y como "una preparación" para llegar a la verdadera Iglesia, que es la católica, y que sigue siendo una, santa, católica, apostólica e infalible en la verdad", bajo la guía del Papa, que posee "un poder pleno, supremo y universal".

- Nada cambia en lo referente a materia sacramental. Conceptos como el bautismo y el sacerdocio siguen viéndose, según la óptica medieval, como ideas que "imprimen carácter" y, por tanto, resultan "irreversibles".

- La confesión de los pecados "mortales" sigue siendo "secreta y personal". La absolución general o comunitaria queda lícita, como en el pasado, sólo en casos excepcionales de una multitud, cuando no hay tiempo ni sacerdotes suficientes para escuchar las confesiones personales. Pero incluso en este caso los pecadores están obligados a confesarse personal y detalladamente en cuanto les sea posible.

En materia matrimonial en el nuevo vademécum católico no se admite más anulación que en los casos prescritos por el derecho canónico. La Iglesia católica no admite el divorcio civil. Admite sólo la "separación física" de los esposos y el fin de la cohabitación, pero siempre que sea "sin que se pueda contraer nuevo matrimonio", puesto que "pecarían objetivamente contra la ley de Dios".

Si los cónyuges separados quieren poder acceder a los sacramentos, "deben vivir en absoluta castidad", ya que el matrimonio sigue siendo válido. La única finalidad del matrimonio es "la procreación y la educación de los hijos".

- Nada ha cambiado en la polémica cuestión de las "indulgencias" que había llevado de cabeza ya al alemán Martín Lutero y que tanta responsabilidad había tenido en la Reforma protestante.

El nuevo catecismo universal le dedica dos páginas a esta cuestión y continúa distinguiendo entre indulgencia "parcial" e indulgencia "plenaria". Ello supone que el catecismo mantiene firme la existencia del purgatorio y la necesidad de una purificación después de la muerte, antes de alcanzar la presencia de Dios, un tiempo de prueba que puede ser abreviado.

Permanecen asimismo también vigentes los sacramentos tradicionales de la confirmación y de la extremaunción, que a partir de ahora se denomina "unción de los enfermos", dos de los sacramentos que han suscitado más críticas entre la mayoría de los teólogos modernos.

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