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LA BATALLA POR LA CASA BLANCA

Bush lucha por evitar que las revelaciones del caso Irán-Contra detengan su ascenso en las encuestas

Antonio Caño

George Bush trata de evitar los efectos negativos que puede tener la revelación de nuevos datos de su implicación en el escándalo Irán-Contra ahora que las encuestas empiezan a recoger su resurrección política. Clinton ha aprovechado el asunto para ponerlo como ejemplo de que su contrincante le miente. "Esto no sólo contradice lo que el presidente venía diciendo, sino que perjudica la credibilidad de la propia presidencia" dijo. Clinton añadió que este asunto deja en evidencia a su rival, que ha insistido en que los votantes debían elegir a la persona más fiable, a la que diga siempre la verdad.

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George Bush reaccionó duramente a estas críticas y dijo que todo ha sido provocado "por un frenético gobernador de Arkansas que ve que la victoria se le está escapando y afirma ahora que existe una prueba fehaciente". "¡Esto es absurdo!"Las revelaciones sobre el Irán-Contra no fueron hechas públicas, inicialmente, por el equipo de la campaña de Clinton, sino por el gran jurado que investiga la implicación del ex secretario de Defensa, Caspar Weinberger, en ese escándalo. Entre las pruebas está el informe de Weinberger sobre la reunión celebrada en el Despacho Oval el 7 de enero de 1986. Ese informe dice: "El presidente decidió ir adelante con la oferta irano-israelí para vender 4.000 misiles del tipo Tow a Irán a través de Israel. George Shultz y yo nos opusimos. Bill Casey, Ed Meese y el vicepresidente estuvieron a favor, lo mismo que Poindexter". Bush, que era vicepresidente en aquel momento, siempre ha sostenido que se mantuvo al margen de aquel escándalo.

Bush se negó a responder sobre este asunto cuando se lo pidió el director de comunicaciones de la campaña demócrata, George Stephanopoulos, que llamó personalmente al programa de televisión de Larry King, donde Bush intervenía en la noche del viernes. Evidentemente irritado por la intervención de Stephanopoulos, de 32 años de edad, Bush dijo que no entraría en polémica con "ese muchacho". "Lo que tendría que hacer es ir a casa a hacer sus deberes".

Aunque Bush ha querido quitar ahora importancia al documento de Weinberger, todas las cadenas de televisión abrieron ayer sus informativos con ese tema y los principales periódicos lo mencionan en primera página como un asunto que puede complicar su recuperación.

Los sondeos conocidos ayer, que no recogen todavía el efecto del Irán-Contra, mantienen la tónica de días anteriores: Bill Clinton tiene dos puntos de ventaja en el del semanario Newsweek, tres puntos en el de CNNUSA Today, nueve en el de la cadena ABC y 10 en el de la CBS. Todos confirman el retroceso del candidato independiente Ross Perot, cuyo respaldo se mueve ahora entre el 10% y el 16%.

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Los tres candidatos aprovechan el último fin de semana antes de las elecciones del próximo martes para el sprint de este maratón. George Bush, en Burlington (Wisconsin), recordó ayer que hoy se celebra la fiesta de Halloween, la noche de las brujas, "la fiesta preferida de mis oponentes". "Están literalmente tratando de aterrorizar a Estados Unidos diciendo que nuestra nación está en declive, que somos menos que Alemania, aunque un poco más que SH Lanka", dijo el presidente.

Batalla de compromisarios

El panorama electoral para Bush sigue siendo complicado. A sólo dos días de la votación, no hay datos ni síntomas de que el candidato republicano haya conseguido invertir la ventaja de Clinton en cuanto al número de compromisarios que se necesitan para ser elegido presidente. Los votantes en Estados Unidos no eligen directamente un presidente, sino un número de compromisarios -diferente según la población de cada Estado- que después designan al vencedor. Son necesarios 270 para ganar.

Bill Clinton, que ayer hizo campana en cuatro Estados del sur y del medio oeste, trata ahora de esquivar los ataques de Bush y centrarse en el mensaje que le hizo colocarse delante en las encuestas: el país no puede permitirse cuatro años más de la misma política económica, es necesario un cambio.

Bush intenta descalificar la oferta de cambio de Clinton, consciente de que es una idea que está funcionando y que puede funcionar aún más entre los votantes jóvenes que el martes acudirán por primera vez a las urnas. "La pregunta", dijo el presidente el viernes en San Luis, "no es quién va a cambiar las cosas, sino qué cambios son los que permitirán una vida mejor y un mundo más seguro".

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