Comedia en clave de sueño
Escritor y cineasta, Gonzalo Suárez es el heredero directo de un peculiar tipo de novela llena de ingenio y humor que durante los años treinta escriben personalidades de la altura de Ramón Gómez de la Serna, Wenceslao Fernández Flórez, José López Rubio...Esto queda muy claro en sus novelas, que desconciertan profundamente en un momento donde lo que importa es un realismo con tendencia socialista. Y es lo que siempre ha querido hacer en el cine, pero le ha costado un largo aprendizaje para plasmarlo en una película con la misma soltura con que lo hace en una novela.
En La reina anónima consigue reflejar con perfección un mundo muy personal en el que un peculiar humor se da la mano con cierto aire experimental y unas grandes dosis de fantasía. Dado el marcado tono teatral de La reina anónima, donde toda la acción transcurre en un modernísimo apartamento, en torno a un único personaje, la imaginativa mujer casada Ana Luz, su insólito humor, su tono experimental y su fantasía, enlaza directamente con el primer y mejor teatro de Miguel Mihura.
La reina anónima
Dirección y guión: Gonzalo Suárez. Fotografía: Carlos Suárez. España, 1992. Intérpretes: Carmen Maura, Marisa Paredes, Juanjo Puigcorbé, Cristina Marcos. Estreno en M drid: Roxy B, Renoir, Ideal.
Al igual que las obras de todos ellos, La reina anónima no tiene la menor relación con la realidad, se desenvuelve en un tono de alta comedia, donde cuentan tanto la brillantez de los diálogos, la imaginación desplegada por su autor como la perfección del juego interpretativo de los autores, y la con vierten en una película realmente insólita dentro del panorama del cine nacional, pero absolutamente coherente con la obra de Gonzalo Suárez.
La reina anónima cuenta con una excelente Carmen Maura en su papel de Ana Luz, la moderna ama de casa que sueña despierta todo tipo de fantasías con un subrayado tono erótico que además lleva todo el peso de la obra. Rodeada de un amplio reparto en el que destacan Marísa Paredes, Juanjo Puigcorbé, una espléndida Cristina Marcos, en una breve intervención, y unas divertidas Isabel Ruiz de la Prada y Clara Sanchís.
Pero Gonzalo Suárez lo ha puesto demasiado difícil, una situación única que debe mantener con brillantez durante 90 minutos, y tiene dificultades para sostener el elevado nivel que se ha impuesto. La película resulta desigual; frente a momentos brillantes y divertidos hay frecuentes baches, lentitud, y los espléndidos actores tienen que enfrentarse con otros que se quedan demasiado cortos.
En cualquier caso, se trata de una obra de interés, muy personal, que enlaza con una parte hoy demasiado olvidada de nuestra tradición cultural, pero que no acaba de funcionar bien por las excesivas dificultades que se ha impuesto su creador. También hay que destacar una buena fotografía de Carlos Suárez, aunque sobra la inclinación de la mayoría de los planos, quizá para resaltar el tono onírico de lo que se narra.
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