Ni amor, ni aventuras

Planteada como una gran superproducción, Un horizonte muy lejano está dividida en tres partes claramente diferenciadas. La primera se sitúa en Irlanda, trata del enfrentamiento entre campesinos y terratenientes que da lugar a encarnizadas luchas. La segunda se desarrolla en Boston y gira en torno a combates de boxeo más o menos ilegales que sientan las bases de dicho deporte. Y la tercera narra la célebre carrera realizada en 1893 en Oklahoma para conseguir la propiedad de una parcela de tierra con un tono claramente de western.Entre medias de estas tres partes y como lazo de unión, se sitúa una historia de amor entre. el fornido campesino Joseph Donnelly y la bella hija del terrateniente Shannon Christie, que les lleva a huir juntos desde Irlanda a América, él como criado de ella; a vivir como hermanos en Boston, en un tranquilo prostíbulo, y a colaborar más que competir para conseguir una buena tierra en Oklahoma.

Desgraciadamente la distancia que separa el planteamiento de Un horizonte muy lejano de sus resultados es tan grande que hace que lo que en un principio debía ser una tradicional película de amor y aventura no sea ni lo uno ni lo otro.

En primer lugar, por la inverosimilitud que subyace en la historia, desde que la rica terrateniente se une al pobre campesino para irse a América hasta que el latente amor que existe entre ambos no se manifiesta, y de forma muy tímida, hasta casi el final.

Dispersión

Luego, por un exceso de dispersión en las muchas cosas que se quiere que ocurran, lo que inevitablemente lleva a no fijar la atención convenientemente en ninguna.Tras el fracaso de Llamaradas (1990), Ron Howard logra montar la ambiciosa Un horizonte muy lejano, donde acumula las funciones de coguionista y coproductor a las de director, pero sus resultados, a pesar de su espectacular lanzamiento, o quizá por ello, y ser la primera película rodada en mucho tiempo en superpanavisión 70 milímetros, lo que no se nota en absoluto, no pueden ser más desgraciados.

De manera que el único atractivo de esta producción es ser la primera protagonizada por el matrimonio integrado por el norteamericano Tom Cruise y la australiana Nicole Kidman. Y sólo sirve para confirmar el mucho camino que todavía le queda que recorrer a él como actor y que ella sólo es una atractiva pelirroja.