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El público responde con grandes colas a la colección Thyssen-Bornemisza

Aproximadamente 6.000 personas han visitado el museo el día de su apertura

A las diez de la mañana en punto, la gran verja del palacio de Villahermosa, de Madrid, se abrió ayer por primera vez en la historia para dar paso a los primeros visitantes de la colección Thyssen. La cola, en ese momento de 487 personas, era ordenada y silenciosa. Formada principalmente - por público español de todas las edades, daba. la vuelta a la manzana y llegaba hasta el palacio del Congreso de los Diputados. Al final de la jornada, aproximadamente 6.000 personas habían conseguido visitar las 800 obras que, repartidas en 48 salas, reúne la colección.

El primer visitante, un valenciano de mediana edad, se había plantado allí. a las seis y media de la mañana, pero miró al cielo, palpó su nariz y concluyó que podía mojarse y pasar frío, por lo que se fue a buscar un impermeable. Cuando volvió, un cuarto de hora después, seguía la puerta solitaria; pero pronto llegaron los que serían los segundos visitantes. "Hace ya días que tomé la decisión de ser uno de los primeros en entrar", comentaba el valenciano. "Me hace una especial ilusión ser el primero, y creo que vale la pena, el madrugón, no sólo por lo que significa la colección sino por el hecho de estar en marcada dentro de este eje cultural que se ha montado en esta zona de Madrid". Tras él, la segunda persona en entrar fue una periodista que no quiso acogerse a las invitaciones que días antes hubo para que la prensa visitara el museo. Los visitantes pagaron religiosamente 600 pesetas, y 350 los mayores de 65 años y los estudiantes de la C.E.E. No hubo comentarios al respecto; les pareció tan natural como pagar la entrada de un cine.

Observadores

Pero las colas no sólo eran observadas por periodistas o curiosos que pasaban a esa hora por el paseo del Prado; también se encontraban allí, para ver la afluencia de público, Tomás Llorens, conservador jefe del museo; Julián León, director gerente -del museo, y Juby Bustamante, jefa de prensa. Llorens no ocultó que el motivo de llegar a las diez en punto de un sábado era para comprobar con sus propios ojos cuanta cola había: "El saber quienes vendrían el primer día era algo que me tenía en vilo", señaló. "Al ver esa gran cola, he pensa do inmediatamente que el museo está encontrando su público y que ha desaparecido el pánico de pensar que no hay nada más terrible que montar algo para la gente y que al público no le interese". Tras este comentario, el conservador jefe se puso, más que a mirar, a escudriñar a las personas que entraban: "Sólo trato de conocer a este público que es nuestra razón de ser; si son jóvenes o no, extranjeros o españoles, clases populares o élite. Era lo único que le faltaba al museo, pero quizá lo , más importante".

Julián León estaba pendiente del momento en que se hallaran en el interior del museo 850 personas. Tanto él como Llorens comentaron: "Es una aproximación solo estimativa del número máximo ideal de visitantes, aunque hoy seremos más flexibles. Ello no es óbice para que si vemos que pueden entrar más personas al mismo tiempo, o que, por el contrario, es excesiva la cantidad de gente para ver la colección de forma cómoda sin que interfieran en las obras, tomemos algunas medidas. Es decir, trataremos de eliminar cualquier riesgo para las personas; por mucha aglomeración que haya, habrá que reducir el número de visitantes". Dos horas y media después de la apertura habían entrado 1.400 personas. La mayoría de ellas hacía un recorrido temporalmente mayor del previsto, ya que no empezaron a salir los primeros visitantes hasta dos horas después. El primero en abandonar el museo fue el pintor Telalla: "La organización para entrar ha sido perfecta. A pesar de la gran cola que había, todo ha ido muy rápido y fluido; así da gusto visitar un museo que en estas fechas llama tanto la atención, y la colección es muy completa, está todo representado".

Las retenciones se produjeron a media mañana. El freno lo puso la organización cuando dentro del palacio se encontraban 1.200 personas, y sobre todo cuando la segunda planta se encontraba llena.

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