Las flores, para la cuadrilla
Arjona / Sánchez, Sánchez, Gallego
Novillos de Sánchez Arjona, chicos y cómodos de cabeza; justos de fuerza y cumplidores en varas.
Manolo Sánchez: (pinchazo hondo que escupe, corta perpendicular, aviso, dos descabellos), silencio y (pinchazo, otro perdiendo la muleta, media perpendicular, rueda de peones, descabello), saludos.
Andrés Sánchez: (media estocada desprendida, rueda de peones, descabello), saludos y (bajonazo costillero que escupe, rueda de peones, descabello), silencio.
Pepe Luis Gallego: (estocada tendida), oreja y (metisaca, media, rueda de peones), vuelta.
Plaza de la Glorieta. 12 de septiembre. Primera de feria. Casi lleno.
Tienen cosas de torero alguno de quienes ya lo son, en el sentido de andar funcionando por ahí, o quienes necesariamente deberían empezar a funcionar ya mismo. Una cosa de torero, si quieren superficial pero que tiene su Importancia, es despreciar las flores en las vueltas al ruedo. Como Pepe Luis Gallego, que encargó a su cuadrilla que le llevara los ramos mientras él sujetaba fuertemente una oreja que le ha debido saber a gloria y que merece que le sirva de algo cuanto antes.Oreja ganada a base de temple, de seguridad, de entrega y de decisión. Fueron cosa de ver los naturales que le cuajó a su primero, mientras el novillo tomaba la muleta punteando al aire sin tropezar la tela, y fue cosa de ver la serenidad con que hizo frente al bronco sexto, que se le fue a la barriga como una bala cuando pensó que podía coger. Meritoria la actuación de Pepe Luis Gallego que no sólo con detalles como los de las flores, sino delante del novillo, ha dejado clarísimamente expuesto que quiere ser torero y que merece serlo.
Manolo Sánchez estuvo pulcro y frío con su primero, que tuvo nervio y no metía la cara, en una faena larga y monótona. Y en el cuarto, que embestía costándole un mundo pero con mucha bondad, estuvo muy a gusto, templando la desvaída arrancada del novillo que, al salir de los pases, solía ponerse a mirar los tendidos en busca de alguna cara conocida.
Desorientación final
Andrés Sánchez se fue a chiqueros a recibir a su primero que se le cruzó y puso en aprietos al matador que, en la faena de muleta, aguantaba sereno y con valentía como el animal se le quedaba, en los machos. En el quinto, no encontró ni sitio ni modo de centrarse y estarse quieto. Mucho enganchón, desarme para rematarlo todo y desorientación final.
La feria, que tuvo en la mañana la entrega de la medalla de oro de la ciudad a Julio Robles, ha comenzado con la presencia de un joven salmantino que tiene maneras de lo que es: de torero.
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