_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un clima infame

"HE COMETIDO el error de aceptar un sistema, aunque no acepto que se me llame ladrón". Estas dramáticas palabras de despedida, previas a su suicidio, del diputado Sergio Moroni ponen de manifiesto los dilemas planteados en Italia por la investigación judicial sobre la financiación corrupta de los partidos.La cadena de detenidos -80 ya- en la investigación llamada de manos limpias indica hasta qué punto se encuentra contaminada la vida política italiana. La cadena de suicidios -cuatro, tres políticos socialistas y un constructor- revela la profundidad de esa corrupción. Lo grave, sin embargo, es que, por lo que a los implicados respecta, parecen considerarse individualmente libres de tacha. Habría así un doble rasero: la honradez personal que todos reivindican hasta el suicidio y la deshonestidad institucional -robar o aceptar comisiones para alimentar la glotonería sin fondo de la maquinaria política-, que muchos consideran, si no justificada, sí inevitable.

Detrás de estas posturas se esconde un argumento perverso: que la corrupción es un. mal necesario para mantener a los partidos, sin los cuales la democracia no sería posible. ¿Qué clase de fin puede justificar la imposición de un impuesto revolucionario que no es aportación más o menos voluntaria, sino condición imprescindible para conseguir contratos? No se trata ya de la compra de favores políticos; se trata de la compra de la supervivencia empresarial. Un sistema de partidos no desborda sus límites financieros en defensa del sistema, sino en la persecución incontrolada e inmoral del poder. La financiación que el Estado presta a los partidos está concebida para evitar las corruptelas: un referéndum convocado en Italia hace algunos años para decidir la supresión de la financiación estatal fue rechazado por abrumadora mayoría.

La segunda perversión de la polémica suscitada en Italia nace de las acusaciones del líder socialista, Bettino Craxi, y del ministro de Justicia, Claudio Martelli, responsabilizando de los cuatro suicidios a la persecución individual emprendida por la prensa y los jueces. El clima que han creado, asegura Craxi, "es infame". Como si la persecución por un juez o la exposición por un periódico fueran más delictivas o más dañinas que el delito que se investiga.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

¿Se ha convertido Italia en una corte de los milagros sin esperanza? No. Pero está tocando fondo, y acaso merezca la pena preguntarse si la campaña lanzada a finales del año pasado por el dimisionario Cossiga en pro de la refundación de la República, con todo su histrionismo, no tenía fundadas razones.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_