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Decepciona en EE UU el 'Colón' de Brando

Críticas a la falta de rigor histórico y cinematográfico de la película de John Glen

La película Cristóbal Colón: el descubrimiento, que se estrenó el viernes por la noche en más de 1.500 cines de Estados Unidos, ofrece a los espectadores la oportunidad de reírse del navegante, de la Inquisición y de los productores de la obra. Parece que la mayor parte de los 4.500 millones de pesetas de presupuesto se han ido en pagar a extras con pelucas; que corren de un lado a otro y en colocar neones rosas y azules en la torreta de la Santa María para simular un milagro en medio de la navegación que condujo al Nuevo Mundo. Las primeras críticas no han ahorrado comentarios irónicos a la falta de rigor del filme producido por los Salkind, dirigido por John Glen e interpretado por Marlon Brando.

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Sin embargo, los productores han demostrado que han intentado rentabilizar al máximo los 500 millones de pesetas que les costó la colaboración de 15 días del actor Marlon Brando en su papel de Torquemada. Incomprensiblemente, el artífice de uno de los capítulos más oscuros de la historia de España aparece entre el gentío que acude a despedir las naves haciendo ingenuos gestos de adiós con las manos. El genio interpretativo del actor. parece haberse quedado atrapado debajo de su peluca y su sotana. A pesar de algunos planos en los que se le reconoce por su sonrisa maligna, para algunos críticos, como Vincent Canby, del diario The New York Times, Torquemada parece un personaje perdido de una película de Jerry Lewis.George Corraface, el actor que interpreta al descubridor, es una mezcla de Raúl Juliá e Imanol Arias que se pasa la película entre gestos de galantería y de megalomanía, un navegante que tras pasarse años mirando al mar y chupándose su dedo índice para medir el viento, estrena la Santa María haciendo el amor a la madre de sus hijos en el camarote principal.

El actor interpreta la famosa escena del huevo de Colón en una taberna que bien podría haber sido utilizada en uno de los capítulos de Curro Jiménez, entre una nube de extras que fingen estar pasándolo bien. Sin embargo, no es el huevo lo que hace que los marineros de Palos se decidan a acompañarle.

Colón consigue el apoyo de sus hombres gracias a una sandía con la que explica que el mundo es una esfera. Corraface acaba su discurso cortando la pieza que representa al mundo que faltaba por descubrir y le da un bocado. La arrogancia del Colón de los productores Alexander e Ilya Salkind y su capacidad para deslizarse por los cabos de las naves son más propias de una película de Errol Flynn que de una aventura que se anuncia como la más grande que jamás se haya contado.

Las referencias a la memoria cinematográfica de Hollywood no acaban ahí. En otros momentos, el pretendido relato épico se asemeja también a una secuela de Tiburón, ya que se describe con todo detalle cómo dos marineros mueren devorados por dos escualos a escasos segundos de tocar el agua.

Si comerse a un marinero se relata en 10 segundos, la primera travesía de los descubridores se hace casi tan larga para los espectadores como lo debió de ser para sus protagonistas hace 500 años. Aunque, según la nueva versión, los descubridores tuvieron su recompensa cuando al llegar a atierra se encontraron a bellas mujeres desnudas, con las que iniciaron una fiesta del tipo de las que se celebran en Hawai.

Al contrario de lo que los libros han mantenido durante años, según la versión de Salkind son los indígenas los que obsequian a Colón con piedras y calacoras, y es el descubridor el que les entrega una joya de Isabel la Católica. Sin embargo, tras descubrir la existencia de oro en un pendiente que cuelga en la nariz de uno de los aborígenes, los navegantes despojan a los nativos de todos sus abalorios, en lo que puede considerarse como el primer precedente del cobro de impuestos español en el Nuevo Mundo.

El guión, que firma, entre otros, Mario Puzo, autor de la historia de El padrino, trata de dar lecciones de historia, aunque para, ello los actores se vean obligados a mantener diálogos excesivamente explicativos. La artificialidad no sólo es patente en el guión. La escena en la que Colón atraviesa una sala de tortura de la Inquisición para convencer a Torquemada de que es un firme defensor del cristianismo no tiene la fuerza dramática pretendida. Los gritos que se oyen a lo lejos mientras Colón explica que el mundo es redondo despiertan risas más que dolor.

Los espectadores norteamericanos tienen, de todas formas, la oportunidad de ver a su símbolo sexual Tom Selleck disfrazado de Fernando el Católico y de disfrutar de unas bellísimas vistas de la travesía de las réplicas de las tres naves, que aportó la Comisión del Quinto Centenario y que en estos días se encuentran ancladas en Nueva York.

La versión de Colón de los Salkind hace justicia al papel de los hermanos Pinzón en el éxito de reclutar hombres que se atrevieran a llegar a los confines del mundo. Martín Pinzón, interpretado por Robert Davi, advierte al navegante contra su instinto de conquista: "No dejes que la avaricia te ponga cadenas ", le dice.

Los 122 minutos de película recogen tres momentos en que los tripulantes se lanzan a cantar el Salve Regina y varias escenas de desnudos parciales por las que se advierte a los padres que supervisen la asistencia de sus hijos menores.

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