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España, en desventaja para establecer los criterios de la etiqueta ecológica de la CE

Los productos puestos a la venta en la CE verán florecer a partir de octubre una margarita muy peculiar. Se trata del nuevo logotipo, de la CE para distinguir las etiquetas de los productos menos perjudiciales para el medio ambiente. Los Doce están negociando ahora las características que debe cumplir cada gama de productos. España no encabeza ningún grupo de trabajo, por lo que las industrias nacionales ven muy mermada su capacidad para hacerse oír.

Los productos de alimentación y farmacéuticos están fuera de este etiquetado, que es voluntario. Aunque la CE ha intentado que la margarita fuera la única etiqueta verde, la presión alemana ha echado al traste esta idea, por lo menos en un plazo de cinco años. Y es que Alemania lleva muchos años haciendo algo parecido. Su Agencia Federal de Medio Ambiente creó en 1977 el ángel azul, que está estampado ya sobre 6.000 productos. Japón dispone del eco-mark y Canadá de le choix-en vironmental; más recientes son el cisne blanco de los países nórdicos y las primeras pruebas de la marca NF francesa y el sello verde de EE UU.Ante esta avalancha de distintivos y la proliferación de reclamos publicitarios verdes, la CE ha decidido unificar y dar rigor a los criterios ecológicos. Es lo que tantas veces han criticado las organizaciones ecologistas: "Se añaden pajaritos y cascadas para vender cualquier cosa", señala Juan López de Uralde, de Greenpeace.

Otro punto que no se le escapa a la CE con esta etiqueta es intentar acabar con cualquier tentación de discriminar los productos mediante el etiquetado; es decir, que éste sea utilizado como barrera no arancelaria al comercio. Según indica Santos Cuadra, jefe del departamento de medio ambiente del Consejo Superior de Cámaras de España, el 90% de los ángeles azules acompaña a productos alemanes.

Discriminación

La evidencia de la margarita ha empezado a alertar a los empresarios españoles. Los Doce están preparando los organismos nacionales que, con la supervisión de unos comités comunitarios, concederán las etiquetas. Ahora se están negociando también los criterios que determinarán, pogramas de productos, qué les hará merecedores del distintivo. Los países, según su poderío industrial, organizan los grupos de trabajo, marcan unos criterios iniciales y los someten a aprobación de los restantes.

Carmen Serrano, responsable de la secretaría española para el etiquetado ecológico y que lleva año y medio bregando en la materia, hace hincapié en los fuertes intereses nacionales y de las empresas multinacionales : "En el sector de las lavadoras, liderado por el Reino Unido, los problemas son enormes, porque Francia pone pegas constantemente". En los detergentes, grupo encabezado por Alemania, la traba radica en las lagunas científicas: "Aún no se sabe hasta dónde son pedudiciales los fosfátos", dice Serrano. En. apartados como el del papel para uso domestico y fotocopiadoras, organizado por Dinamarca, las negociaciones son más sencillas. Por otra parte, Francia controla las pinturas e Italia los embalajes. España, por problemas presupuestarios, no encabeza ningún grupo. Según Serrano, España podría aportar mucho en corcho, juguetería y cerámica.

Santos Cuadra alerta sobre la ecoetiqueta: "Vemos con preocupación que, con pretextos medioambientales, se pretende descalificar a la empresa española. En estas reuniones se intenta imponer como criterios tecnologías concretas y muy caras".

¿Cuántos consumidores se dejarían guiar? Una encuesta alemana señala que el 79% de los alemanes reconoce el ángel azul y que en categorías, como el papel y las pinturas, prácticamente todos los productos se han adaptado a este símbolo.

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