_
_
_
_

Franceses y españoles ultiman la excavación de monumentos de Pompeyo y César en el Pirineo

El yacimiento incluye los restos de una edificación colosal y de un altar

Jacinto Antón

Las fuentes históricas antiguas (Estrabón, Salustio, Dion Casio) mencionan la existencia de un gran monumento en el Summum Pyrenaeum, justo en la frontera entre Hispania y la Galia, erigido en el 71 antes de Cristo por el general romano Pompeyo, colega y luego gran rival de Julio César, para conmemorar sus victorias sobre los revoltosos pueblos hispanos. Hasta 1984 no aparecieron, en Pan, cerca de Le Phertus, en la línea fronteriza entre Francia y España, los restos de esos míticos trofeos de Pompeyo cuya excavación y restitución ultiman, tras una serie de campañas iniciadas en 1989, arqueólogos de los dos países. En el mismo sitio ha aparecido lo que parece ser un pequeño altar del propio Julio César, del 49 antes de Cristo.

Más información
"¿Era esto ambición? "

El monumento de Pompeyo era una colosal construcción de estilo helenístico levantada sobre la Vía Augusta (la calzada que llevaba desde Roma hasta Cádiz) y coronada por una imagen en bronce del patricio, tenido por "el más noble de los romanos".En el mundo romano sólo se conocen un puñado de trofeos, monumentos en recuerdo de las victorias de un general. En seis siglos de historia de Roma, únicamente aparecen otros tantos. Todos ellos están dedicados a la memoria de personajes notables. En el caso de los trofeos más antiguos no hay edificación, sino, según explican las fuentes, un simple apilamiento de armas y despojos militares de los vencidos. El ejemplo más antiguo es el de Publio Cornelio Escipión, que levantó en el Pirineo -lo que pudo servir de inspiración a Pompeyo- un monumento de este tipo consagrado a Marte en señal de su victoria sobre el cartaginés Asdrúbal, en el 215 antes de Cristo. Cien años más tarde, Cneo Domitius Aenobarbus y Quinto Fabio Máximo elevaron un recordatorio semejante para celebrar su victoria sobre un pueblo celta. Sila se construyó el suyo en el Ponto Euxino (Asia Menor).

De todos estos trofeos anteriores al de Pompeyo no queda rastro. De los dos posteriores, el del emperador Augusto es el mejor conservado: se alza en los Alpes marítimos, en La Turbie, y es una estructura maciza e imponente. El de Trajano, en Adainklissi (Rumania), ha sido objeto de una discutible restauración, según los expertos. "Los trofeos eran monumentos excepcionales construidos para conmemorar hechos extraordinarios y encargados por primerísimas figuras del Estado", señala la arqueóloga Isabel Rodá, responsable por parte catalana -con Josep Maria Nolla- de los trabajos en Panissars.

Hispanos sublevados

Los trofeos de Pompeyo -la denominación correcta, según los especialistas, es en plural, pese a que se trata de un solo monumento-, conmemoraban sus victorias sobre las tribus hispanas sublevadas por el renegado Sertorio. Las fuentes literarias citan que en el monumento aparecían escritos los nombres de 876 plazas fuertes tomadas por el general. Con el transcurrir de los siglos, los trofeos cayeron en el olvido y el lugar exacto de su emplazamiento se convirtió en un misterio. Los estudiosos se devanaron los sesos durante mucho tiempo intentando encontrarlos y sorprendidos de que una estructura colosal así pudiera haberse esfumado sin dejar rastro. El casi detectivesco asunto quedó resuelto cuando, en 1984, el arqueólogo francés Georges Castellvi inició las excavaciones bajo la iglesia medieval de Sainte-Marie de Panissars, abandonada desde hacía siglos. Las excavaciones sacaron a la luz unos enormes bloques de piedra de más de una tonelada cada uno: aquello no podía ser más que los trofeos.

Tiempos revueltos

"Es un monumento muy depredado y muy castigado por la historia y la naturaleza", señala Rodá. "A mediados del siglo IV, bajo el emperador Constancio II, fue desmontado sistemáticamente para construir con su piedra las cercanas fortificaciones romanas de Les Cluses: eran tiempos revueltos y se cerraba Hispania". En torno al año 1000 "se establece una comunidad religiosa en Panissars y poco después se consagra la iglesia construida sobre los maltrechos trofeos, aprovechando su estructura. En el siglo XVII Pompeyo rinde un último servicio a la arquitectura cuando Vauban emplea aún unos restos del monumento para el fuerte de Bellegarde".Evidentemente, los trofeos del altivo Pompeyo no arrojan hoy una imagen muy espectacular para el profano. Las excavaciones han sacado a la luz sólo dos grandes plataformas con dos estructuras en U encima. Los arqueólogos deducen que el monumento era una construcción de bloques superpuestos, quizá torriforme. La existencia de un tramo de calzada entre las dos plataformas hace pensar en la existencia de un túnel en los trofeos. "Tenemos varias ideas sobre el aspecto que debían ofrecer y que estamos desarrollando con ayuda de la planimetría y fotogrametría terrestre", indica Rodá. "Debió ser una obra de gran espectacularidad. Seguramente era de tipo helenístico, Pompeyo era un gran admirador de Alejandro Magno, tomó su mismo apelativo y sabemos que se peinaba como él".

Rodá estima que el de Panissars, "además de un yacimiento excepcional, es asequible: puede acabarse de dilucidar en unas campañas determinadas. Yo creo que con un año más tendremos suficiente". La actual campaña, la cuarta, ha durado 21 días y terminó el 18 de julio.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_