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Un pie en Europa

Las repúblicas asiáticas de la ex URSS intentan incorporarse al Viejo Continente

¿Cuáles son las fronteras de Europa?, ¿pueden las ex repúblicas de la URSS situadas en el Cáucaso y en el Asia Central formar parte del Consejo de Europa? Finalmente, ¿cómo ayudarles a evolucionar hacia una democracia pluralista? En busca de las respuestas a estas preguntas, Catherine Lalumière, secretaria general de este organismo, y el actual presidente del Comité de Ministros del mismo, el titular de Exteriores turco, Hikmet Cetin, hicieron recientemente un viaje por cinco países de la desaparecida URSS: Ucrania, Georgia, Kazajstán, Kirguizistán y Uzbekistán.

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Intereses turcos

"No somos todavía capaces de determinar los límites de Europa, pero está claro que, ante los cambios actuales, el Consejo de Europa (CE) se deberá adaptar", resumía el actual estado de las cosas Lalumière. "Occidente reaccionó con demasiada lentitud a los conflictos de la Europa central" y ahora existe el temor de que "el caos se instale también en estas regiones".Que Ucrania forma parte de Europa es algo indiscutible. Pero para ser miembro del CE eso no basta: este organismo europeo, encargado de la defensa de los derechos del hombre, exige, para poder aceptar a un país como miembro, que se respeten estos derechos y que el sistema político sea realmente democrático. Es este último punto donde Ucrania falla, aunque, como dijo Lalumiére después de sus reuniones con los dirigentes de la república, tiene muchos puntos favorables: proyectos de una nueva Constitución y nueva Ley Electoral, voluntad de realizar reformas jurídico-políticas que garanticen el respeto de los derechos del hombre, etcétera. El presidente Leonid Kravchuk ha presentado formalmente su petición para ser miembro del CE, subrayando que era consciente que "este matrimonio presupone ciertas cualidades" por parte de Ucrania. En todo caso, incluso teniendo en cuenta que la situación en Ucrania es la menos mala entre los países visitados, es prácticamente imposible que ella pase a integrar el CE antes de 1993.

Situación interna

Georgia es una de las tres repúblicas caucásicas de la ex URSS que pueden ser consideradas europeas, junto con Armenia y Azerbaiyán. Pero para que el CE las acepte como tales, la situación interna de estos países en cuanto a democracia, libertadas y derechos del hombre, debe ser muy diferente a la actual.

Ni siquiera el hecho de que Georgia esté gobernada actualmente por Edyard Shevardnadze hizo suavizar la posición de Lalumière. Un país con estado de excepción y con una guerra civil no puede ser aceptado en la familia europea. "Cualquier cooperación con el Consejo de Europa será extremadamente difícil" para Georgia si no se encuentra una solución definitiva al problema de las minorías nacionales, advirtió. Prácticamente en guerra con Osetia del Sur -aunque ahora el alto el fuego se está respetando- y con el problema de Abjazia, que de hecho ha proclamado su independencia, Georgia parece muy lejos por el momento de poder adherirse al CE.

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Pero, gracias a los auspicios de los turcos, que fueron los que organizaron el viaje, Georgia recibirá alguna ayuda y podrá beneficiarse de ciertos programas del CE. El interés de Turquía por Georgia se explica por el hecho de que este país puede servir como una alternativa a Armenia y Azerbaiyán para unir las repúblicas de Asia Central a Turquía y a Europa.

Las riquezas naturales de Kazajstán, su influencia en Asia Central y su importancia geopolítica determinan el interés de Turquía por esta república. La más grande de las repúblicas asiáticas de la ex URSS (más de cinco veces España), Kazajstán, está poblada casi por la misma cantidad de rusos (37,81/6) que de kazajos (39,7%), y en esto reside su mayor problema, que en el futuro puede derivar incluso en la pérdida de parte de su territorio. Esta circunstancia ha hecho que Kazajstán, a diferencia de los otros países de lenguas túrquicas de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), se niegue a dejar el alfabeto cirílico, que usan los rusos, por el latino, que usan los turcos.

El todo y las partes

Por supuesto que ni Kazajstán ni las otras dos repúblicas visitadas pueden ser consideradas como europeas. Pero, como dice Cetin, no es justo que el todo -la ex URSS- fuera considerado europeo y que las partes -las repúblicas ahora independientes- queden aisladas de Europa. Por eso el CE ha decidido ayudarles en el proceso de democratización, y no se descarta que en el futuro se pueda crear el status de Estado asociado para estos países.

Sin embargo, para que ello sea posible no sólo se deben consolidar los pilares democráticos exigidos por el CE, sino que también debe existir una clara vocación europea. Este último punto no es compartido por todas las fuerzas políticas kazajas. El líder del partido Azat (Libertad), Sabetkazí Akatáyev, no sólo reconoció ante los dirigentes del CE ser nacionalista, sino que se mostró en contra de la actual frontera permeable con Rusia, abogando por comenzar "inmediatamente un proceso de divorcio con los rusos". "Nuestro consejo al presidente [Nursultán] Nazarbáyev es: 'Manténte alejado de Yeltsin", dijo Akatáyev.

De los países centroasiáticos, Kirguizistán es el que con más claridad declara su intención de integrarse en Europa y el que más avanzado se halla en materia de reformas democráticas. La paz interétnica es una gran conquista del actual presidente, el científico Askar Akáyev, famoso por haber sido el único dirigente de las ex repúblicas de la URSS -además de Yeltsin- que en agosto del año pasado reaccionó inmediatamente contra el golpe de Estado que intentaron dar altos dirigentes del Kremlin.

Uzbekistán, por el contrario, es un país con un indiscutible régimen totalitario. Sin embargo, las explicaciones del presidente Islam Karímov para justificar su lentitud en las reformas causaron una gran y favorable impresión en Lalumière. El argumento de Karímov es que Uzbekistán, amenazado por el norte por el caos de Rusia y por el sur por el fundamentalismo de Tayikistán, debe avanzar "corno si caminara sobre huevos".

Para ser objetivos -y sin entrar a discutir si en Rusia reina el caos y si éste amenaza con extenderse hasta el territorio uzbeko-, hay que constatar que Uzbekistán ni siquiera limita con Rusia y que el peligro del fundamentalismo parece utilizarse como un espantajo que justifique ante Occidente las represiones y la perpetuación del totalitarismo y garantice una ayuda financiera generosa.

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