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Castro fue vitoreado en Láncara, la aldea de Lugo donde nació su padre

El líder cubano, Fidel Castro, se declaró ayer "hijo legítimo de Galicia" y prometió que jamás defraudará a sus progenitores en el curso de la jornada más emotiva de su viaje a la tierra de sus antepasados, donde conoció personalmente el terruño de su padre. Castro, acompañado siempre por el presidente de la Xunta, Manuel Fraga, confesó que su estancia ayer en Láncara (Lugo), donde fue vitoreado por los vecinos, queda registrada ya como uno de los días más importantes de su vida.

Aclamado por un grupo incondicional de adictos que le siguen a modo de coro por todas partes, el líder cubano cumplió por fin su anhelado deseo de conocer el Jugar donde nació su padre: Láncara, un pueblecito situado a 20 kilómetros de Lugo.Castro y Fraga, rodeados por un impresionante dispositivo policial, llegaron a Láncara poco antes de la una de la tarde. Estuvieron en el pueblo poco más de 20 minutos y visitaron juntos la casa, hoy deshabitada, donde nació Ángel Castro y Argiz, un emigrante de extracción humilde que hizo fortuna en la isla.

La casa, sin luz eléctrica, es una vivienda de una sola planta construida sobre piedra, que sólo ha sido habitada por otras dos familias más después de la de Castro.

Sólo reside en el pueblo una prima segunda de Castro, Consuelo Argiz, que tuvo la oportunidad de conocer ayer a su pariente más famoso, porque los familiares más cercanos, sus primas hermanas Estela y Victoria López Castro, tienen su residencia en otro concejo.

El líder cubano departió con su familia, paseó por la única calle de Láncara y fue vitoreado por unas 200 personas. La banda de música de Sarria le obsequió con unos pasodobles y la orquesta cubana Neno González, que se trasladó a Láncara expresamente desde Asturias, le interpretó unas congas.

"Hijo predilecto"

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Todo resultó feliz, pero no hubo grandes emociones. Una hora antes., Castro fue nombrado "hijo predilecto" del lugar en la parroquia donde. está instalado el concejo, Puebla de San Julián.Paradójicamente, la emoción no se apoderó de Castro, que era el homenajeado, sino de Fraga que, a mitad de un discurso de bienvenida al líder cubano, prorrumpió en sollozos. Nadie se explicaba ayer por qué lloró Fraga y no Fidel. Las lágrimas del presidente de la Xunta se desprendieron justamente en el instante en que recordaba la emigración gallega y, particularmente, la de su padre a Cuba, cuya historia personal es muy paralela a la del progenitor de Castro.

El líder revolucionario recordó a su padre en sus intervenciones públicas de ayer, pero insistió en declararse "nieto de campesinos pobres" más que hijo de un emigrante gallego que hizo fortuna en América. Reveló que su padre pensó en volver siempre a Láncara, pero no pudo hacerlo, y por eso ayer era para él un día de emoción grande. El presidente de la Xunta recordó las vidas paralelas de ambas familias y, dirigiéndose a Castro, comentó que los gallegos son gente que saben distinguir entre lo público y lo privado, personas entregadas al trabajo, el ahorro y la iniciativa individual, e invocó a Dios para que la isla encuentre rápidamente la reconciliación entre sus dos comunidades enfrentadas.

Era un llamamiento velado a que hiciera cambios en la isla, pero Castro -que ayer suspendió por sorpresa una comparecencia ante los medios informativos- no contestó. Fraga, por último, le ofreció "nuestra casa", en alusión a Galicia, "no exenta de problemas, pero abierta a todos y con todos en paz", y le invitó a adaptarse a los nuevos tiempos, lo que se interpreta como un velado llamamiento para la democratización de la isla. La jornada se había iniciado con una visita de una hora a Lugo, donde Castro fue homenajeado por su ayuntamiento y visitó las murallas romanas.

Terminó con una romería popular, a la que asistieron más de 1.000 personas, en la localidad lucense de Armea de Arriba. Castro y Fraga degustaron vinos de la tierra y almorzaron empanadas, pulpo, sardinas, pimientos asados y rosquillas. Ambos cerraron el día con una partida de dominó. Ganó Fraga.

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