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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Credibilidad

LA CONSECUENCIA Más favorable que cabía esperar de las medidas de ajuste acordadas en el Consejo de Ministros extraordinario del pasado martes era la restauración de la confianza en la capacidad de la economía española para corregir sus desequilibrios básicos -déficit presupuestario e inflación, fundamentalmente- y modificar así su curso. divergente respecto a las exigencias de acceso a la unión económica y monetaria. No ha sido así.En los mercados de deuda, los precios de los títulos denominados en pesetas siguieron sometidos a las presiones bajistas de jornadas anteriores; otro tanto ocurría con. el tipo de cambio de la peseta y, por supuesto, con la propia bolsa de valores. Con expresiva elocuencia, los mercados financieros daban cuenta de la rápida evaporación de esa prima de credibilidad de que habían gozado nuestras autoridades en el reciente pasado. Las medidas no sólo se presentan como insuficientes para los propósitos a los que- se supone que están destinadas, sino que alguna de ellas puede actuar negativamente sobre el resto de los desequilibrios. Es el caso de la elevación en el tipo medio del IVA, de probada traslación inflacionista a los precios finales de los bienes y servicios.

Uno de los propósitos, sin duda, de la importante elevación en el tipo de interés de referencia del Banco de España, decidida el pasado jueves, desde el 12,40% al 13%, es el de contribuir a la neutralización de esas tensiones inflacionistas. El otro objetivo perseguido por este aumento en el precio del dinero es "tranquilizar a los mercados financieros". Si difícil resulta anticipar los efectos sobre el consumo y, en general, sobre la contención de la inflación de esa elevación en los tipos de interés, no lo es tanto presumir sus consecuencias negativas sobre la inversión empresarial.

Asistimos nuevamente a la instrumentación de una política monetaria tan beligerante como huérfana de efectividad en la reducción de las tensiones inflacionistas que subyacen en nuestra economía. Las autoridades conocen sobradamente que, al margen de los efectos circunstanciales que sobre los precios tenga el aumento en el tipo medio del IVA, los quistes inflacionistas -arraigados esencialmente en el sector servicios- no se eliminan con esa terapia de la que vuelven a hacer uso; tratamiento, en todo caso, caro y de perniciosos efectos secundarios. El diagnóstico contenido en el programa de convergencia asumía la necesidad de luchar contra las tensiones inflacionistas de nuestra economía extirpando de una vez por todas sus orígenes: aplicando ese catálogo de reformas estructurales en gran medida todavía inédito.

La segunda finalidad de ese encarecimiento del dinero -estabilizar unos inquietos mercados financieros- sólo se ha conseguido parcialmente. El tipo de cambio de la peseta ha frenado, por el momento, su descenso -incluso se ha recuperado ligeramente-, pero no así las cotizaciones de los otros activos financieros. Debemos empezar a asumir que la eliminación de esa inestabilidad sólo será posible cuando los agentes económicos puedan ser convencidos de que los responsables de la política económica española están dispuestos a garantizar algo más que el simple y apresurado cierre de un ejercicio presupuestario.

En las circunstancias actuales, restaurar la confianza significa reducir la incertidumbre que ha inundado las decisiones económicas: concretar los propósitos en actuaciones que extiendan sus efectos sobre el saneamiento de la economía a un plazo mayor al que la urgencia de las recientes medidas parece dirigirse en exclusividad. Eso significa reformar las condiciones básicas de oferta de nuestra economía. Mientras tanto, una- semana que podía haber sido grande para las autoridades españolas (Cumbre Iberoamericana e inauguración de los Juegos Olímpicos) ha quedado en simplemente gris por las expectativas económicas que se avecinan para el otoño.

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