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Reportaje:Manuel Vázquez MontalbánEscritor

Carvalho, ante el sabotaje olímpico

Manuel Vázquez Montalbán anda estos días un poco harto del papel que le ha tocado asumir como portavoz del sector crítico de la nueva Barcelona surgida de la fiebre olímpica. No hay día que no le asalten tres o cuatro medios de comunicación extranjeros y otros tantos nacionales para solicitar su opinión. Sin embargo, dando muestras una vez más de su prodigiosa capacidad de trabajo, Vázquez Montalbán ha logrado robar tiempo al tiempo para escribir un folletón, Sabotaje olímpico, ambientado en los Juegos Olímpicos y protagonizado por su detective Carvalho."La novela empieza con un Carvalho que odia los Juegos Olímpicos y decide cometer un suicidio metafísico", explica Vázquez Montalbán. "Se encierra en su casa de Vallvidrera, convenientemente provisto de vituallas de Chez Fauchon y demás, y se niega a salir para nada. De pronto, sin embargo, unas botas militares le rompen la puerta y se encuentra con los corcueritas en casa".

El aislamiento del detective se ve bruscamente alterado por los chicos de Corcuera, quienes solicitan sus servicios para que resuelva un grave problema de sabotaje olímpico. "El sabotaje", explica el novelista, "se descubre a partir de fenómenos sorprendentes, como lo es que se establece un récord inexplicable de 100 metros en 6 segundos y 4 centésimas, o que buena parte de los atletas negros son en realidad blancos que han pasado por un proceso de cambio de color inverso al de Michael Jackson".

Clave de farsa

Un Carvalho resignado se apresta, pues, a investigar el sabotaje olímpico. "Y empieza con una descripción de los Juegos Olímpicos en clave de farsa y de crítica, pero sin recurrir al humor desmadrado", continúa Vázquez. "Se pregunta cosas como ¿qué quiere decir olimpismo? ¿Cuál es el papel del deporte real en unos Juegos? ¿Cómo funciona la especulación en el deporte olímpico? Si el póquer tuviera un patrocinador, ¿sería deporte olímpico?"."No es un ajuste de cuentas", se apresura a precisar Vázquez Montalbán, "aunque Samaranch [presidente del Comité Olímpico Internacional -COI-] es el principal protagonista. Pero bueno, ya que llegó tarde a la guerra civil, yo le hago protagonista de novela épica". Otros personajes del folletón son la princesa Ana de Inglaterra, a quien Vázquez define como "una especie de Madame Sado que gravita sobre el COI", o una culturista serbia que no es aceptada en los Juegos Olímpicos y que se convierte en compañera eventual de Carvalho.

La actualidad, por supuesto, juega un papel importante en un relato, ambientado en la Barcelona de 1992. "Se trata de dar una especie de complemento a la in formación", opina Vázquez, "hasta el punto de que me reservo el derecho de cambiar algún capítulo sobre la marcha si ocurre algún hecho destacado en los próximos días". Al comentar el tema de la actualidad, insiste Vázquez Montalbán en la desmesurada invasión de fuerzas de seguridad que está sufriendo Barcelona durante estos días. "Esta mañana estábamos grabando en la plaza Real con un equipo de la televisión alemana", explica, "y en cinco minutos han pasado por lo me nos 20 policías de distintos formatos. Los había masculinos, femeninos, travestidos, hermafroditas... Hasta me parece que ha bía cascos azules".

El detective Pepe Carvalho nació por primera vez hace 20 años -en 1972, en Yo maté a Kennedy- y adquirió una personalidad definida en Tatuaje, en 1976. Desde entonces ha protagonizado un buen número de novelas de éxito internacional, la última de las cuales es El laberinto griego, situada en la Barcelona preolímpica. "De Carvalho quedan sólo dos novelas del ciclo", explica Vázquez Montalbán, "porque no he querido hacer unas novelas en plan industrial. Si me hubiera planteado escribir 200 novelas de Carvalho a partir de una fórmula habría podido hacerlo, pero he querido que el detective fuera cambiando, que envejeciera, y también he querido que en cada novela hubiera una ambición. Por ello me resulta un poco incómodo escribir sobre Carvalho, ya que es un protagonista con unas exigencias, con unas claves personales que te limitan".

"Por supuesto que Carvalho tiene cosas mías", agrega el novelista, "pero yo pertenezco a una generación literaria educada por Jaime Gil de Biedma y Gabriel Ferrater, quienes nos enseñaron que el confesionalismo es peligrosísimo en literatura y que cuanto más disimules tu implicación en la obra, mejor".

Sobre el hecho de escribir por encargo, como es el caso del folletón Sabotaje olímpico, Vázquez Montalbán indica: "Me en cuentro muy a gusto con este tipo de trabajos. Hemos pasado por una época en la que se ha su blimado lo de la obra singular, pero cuando descubres que Crimen y castigo -o quizá era Los hermanos Karamazov- la escribió Dostoievski en 15 días por que no tenía dinero, te das cuenta de que no puedes llegar a con clusiones generales sobre si escribir por encargo es malo o no. La Eneida, por ejemplo, es una obra de encargo".

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