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La Declaración de Derechos de los Enfermos de Sida, presentada en Holanda en visperas de la conferencia

Isabel Ferrer

El combate contra el sida no puede ser ganado sólo en los laboratorios. Precisa también de un tratamiento solidario y compasivo para evitar la discriminación de los afectados, así como las secuelas del rechazo social sufrido también por sus familiares. Su protección en tanto que seres humanos completos y la de sus allegados vertebra la Declaración de Derechos Fundamentales y Humanitarios aplicables a esta pandemia, presentada ayer en Amsterdam. Le acompaña una carta sobre él respeto de principios éticos en el tratamiento médico del mal.

Los dos documentos aparecen poco antes de la inauguración, mañana, de la VIII Conferencia Internacional sobre el Sida, organizada por la Universidad de Harvard y la capital holandesa.La declaración y la carta son una iniciativa de Derechos y Humanidad, un movimiento internacional que lucha por su defensa y fue fundado en 1986. Desde hace cinco años se ocupa también del bienestar y futuro de los afectados por el síndrome del sida y de los portadores del VIH. Ambas han sido elevadas por el Gobierno de Gambia a la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

"De todos modos, no pretendemos que los textos se transformen en normas de obligado cumplimiento. A escala nacional, las políticas de lucha contra el sida y de apoyo a los enfermos son cada vez mejores, pero en lo internacional falla la solidaridad. Por eso preferimos que sirvan de marco e inspiración a Gobiernos y autoridades sanitarias cuando vayan a elaborar sus leyes", señala Julia Häusermann, presidenta de Derechos y Humanidad. Los 35 artículos de la declaración convergen en dos deberes y una afirmación fundamental; esto es, el carácter único, e irrepetible del ser humano y de su contribución a la sociedad. Comprensión y solidaridad deben ser los motores de una buena política de protección de los derechos del enfermo de sida, según sus redactores.

La carta divide sus apartados en tomo a la prevención de la pandemia, tratamiento de los afectados, investigación y discriminación. Señala el respeto a derechos tan fundamentales como el trabajo, incluso si la persona que lo solicita es portadora del virus o está ya atacada por éste. El derecho a recibir un tratamiento adecuado, hasta cuando se carece de medios económicos, y de no ser aislado por culpa de la dolencia están también incluidos. Y hay uno más. El derecho a poder viajar libremente y a no ser rechazado en fronteras o centros de asilo cuando el afectado pida refugio en otro país.

Historia de una conferencia

Este último punto llevó precisamente a trasladar a Europa la conferencia que se inaugura mañana. En un principio estaba prevista en la ciudad norteamericana de Boston. La negativa del Gobierno de Estados Unidos a permitir la entrada a portadores del virus HIV obligó a la Universidad de Harvard a organizarla en otro lugar. Los comités europeo y estadounidense se preparan ahora pata recibir en Amsterdam a 10.000 delegados de 124 países. Medio millar de éstos serán seropositivos. Otro millar de participantes vendrán de África, uno de los continentes más afectados por la pandemia.

"Queremos que sea el congreso del debate y la solidaridad. Un lugar de encuentro para científicos y colectivos afectados por un mal del que nadie puede sentirse ajeno", ha dicho el investigador holandés Joost Ruitenberg, organizador de la reunión. Será la mayor cita internacional habida en Holanda, "pero sobre todo debe ser un foro científico abierto a la divulgación y a la ciencia. La única forma que ahora tenemos de prevenir el sida", añadió Ruitenberg.

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