Técnicos alemanes advierten un alarmante deterioro en el Acueducto de Segovia

Técnicos de] Instituto Arqueológico Alemán y arqueólogos de la Junta de Castilla y León han dado la voz de alarma sobre la situación en que se encuentra el acueducto de Segovia, porque la piedra se deshace y han desaparecido hasta diez centímetros de capas. Según estos expertos, "el material de granito se descompone y su estado es catástrofico; no falta mucho para que el acueducto se caiga, al menos en parte". Ante los informes de los expertos, el Ayuntamiento ha optado por cortar radicalmente el tráfico que discurría junto a los pilares de este monumento, al considerar que es el elemento más dañino.

El acueducto de Segovia, construido en la época del emperador Domiciano hacia el año 90 después de Cristo, fue declarado por la Unesco como patrimonio de la humanidad el 4 de diciembre de 1985. Pese a que entre 1970 y 1972 se le sometió a obras de reparación y consolidación, nunca ha contado con un método científico a través del cual se pudiera conocer su estado. Lejos de ello, esta construcción romana, cuyo progresivo deterioro se ha ido incrementando en los últimos 20 años, ha soportado diariamente una media de 22.000 vehículos, ya que bajo sus arcos confluyen seis carreteras nacionales y regionales.Tras pasar más de 20 horas subidos en una grúa y comprobar, frente por frente, cuál es la situación de la piedra, Géza Alföldy y Peter Witte, del Instituto Arqueológico Alemán, junto con el arqueólogo de la Junta de Castilla y León, Luciano Municio, han dado la voz de alarma sobre la posibilidad de desprendimientos de varios arcos, con peligro incluso para los peatones, aunque desde hace años el arqueólogo Alonso Zamora ya venía avisando de la situación.

Según estos expertos, el granito de muchos de sus arcos se deshace y han desaparecido hasta diez centímetros de capas.

Alföldy fue tajante en su informe verbal al alcalde segoviano, el popular Ramón Escobar: "En mi opinión, el material de granito se descompone y su estado es catástrofico; no falta mucho para que el acueducto se caiga, al menos en parte". Para Luciano Municio, hay tramos que ofrecen un peligro real de desprendimiento y, "sin afán de alarmar, creo que algunas zonas no soportarán una helada fuerte el próximo invierno, porque la piedra se encuentra muy resquebrajada en algunas zonas, debido precisamente a la acción del hielo", matizó. A juicio de los expertos no se entiende cómo en algunas zonas los arcos se sustentan todavía, ya que hay separaciones de hasta 30 centímetros. En estos huecos anidan cientos de vencejos, cuyos excrementos se acumulan sobre la piedra y, al diluirse con el agua, forman un compuesto ácido que deshace las capas de la piedra. Además, entre las juntas crecen espontáneamente líquenes y plantas de considerable tamaño cuyas raíces penetrantes trabajan como cuna.

Pero el efecto que más ha venido erosionando la construcción ha sido la lluvia ácida, procedente tanto de los motores de los vehículos que han circulado bajo sus arcos como de las chimeneas de la zona, algunas de restaurantes próximos que, paradójicamente, viven del turismo que atrae el acueducto.

Peter Witte afirma que el acueducto se encuentra como en una olla, donde es muy fácil que se acumule la contaminación procedente de los coches, de los hornos, de las chimeneas y de las calefacciones. "Todo se queda en esta olla y entra en la piedra automáticamente con efectos como los de la lluvia ácida", aseguró el técnico del Instituto Arqueológico Alemán.