Apoyos inútiles
La industria española de fertilizantes ha disfrutado desde el ingreso de España en la CE de diferentes medidas para limitar la importación de productos que pusieran en peligro la estabilidad de los precios en el mercado interior. Esas limitaciones, que supusieron para el sector agrario español pagar precios más altos por los fertilizantes que en el resto de la CE, no sirvieron para resolver los problemas financieros de las empresas.En 1985, alegando la no finalización del plan de reconversión del sector, las industrias de fertilizantes, con el apoyo de Economía e Industria y la oposición de Agricultura, obtuvieron de la Comunidad una cláusula de salvaguardia que se prolongó hasta 1987 para limitar las importaciones de urea de terceros países a sólo 200.000 toneladas.
Pasados los dos primeros años del ingreso de España en la CE, con excedentes en el resto de la Comunidad y política de dumping (exportar por debajo del precio de coste) de terceros países, España fue escenario de una avalancha de importaciones de fertilizantes a bajos precios, hasta el punto de que fue uno de los pocos inputs que tuvieron un crecimiento negativo en el campo. Las importaciones, que en 1985 fueron de sólo 150.000 toneladas, en 1989 se acercaron ya a los dos millones de toneladas, lo que suponía un 40% de un consumo interior ligeramente por encima de los cinco millones de toneladas.
En esas circunstancias, las industrias iniciaron una nueva ofensiva en Bruselas denunciando primero la existencia de exportaciones con dumping hacia España desde Italia, y posteriormente solicitando nuevas medidas de salvaguardia. Era 1990. Nuevamente con la oposición de Agricultura y el apoyo de Economía e Industria, las empresas de fertilizantes lograron que en 1991, y posteriormente con prórroga para este año, se limitasen las importaciones.
Esta decisión de Bruselas mantuvo los precios para el sector agrario, pero tampoco sirvió para resolver los grandes problemas de la industria.
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