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Bajo el signo de la confusión

Los siete líderes más poderosos del planeta -ocho si se incluye a Jaeques Delors en representación de la CE- se pasean por Múnich junto a sus esposas, mientras las calles de la capital bávara son un auténtico campo de batalla entre manifestantes y policía. La decimoctava cumbre del G-7 comenzó ayer bajo el signo de la confusión.La organización alemana deja mucho que desear, el orden del día de los temas que tratarán los jefes de Estado y Gobierno sigue sin estar claro y ni siquiera los portavoces de las delegaciones se atreven a vaticinar el número de comunicados que saldrán de esta cumbre -falta por decidir si Yugoslavia tendrá un tratamiento especial o se incluirá en el tradicional comunicado político- Lo único claro es el programa de las esposas de los líderes mundiales.

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El ambiente de la calle se fue caldeando en los días previos a la reunión y ayer por la mañana, mientras el canciller Kohl acompañaba, uno a uno, a sus colegas hasta el podio situado junto al Palacio Residenz, centenares de manifestantes eran apaleados por la policía alemana. Las fuerzas antidisturbios llegadas hasta Múnich no se anduvieron con contemplaciones y llenaron seis autobuses con detenidos. En total, más de 150 radicales alemanes dieron con sus huesos en la cárcel. Los más de 8.500 policías que controlan el centro de la ciudad no tuvieron problemas para acabar con la Protesta.

Cumbre 'verde' paralela

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Con lo que no han podido acabar es con la cumbre paralela que se celebra todos los años junto al G-7. En esta ocasión, los verdes se muestran especialmente agresivos después del fracaso de la Cumbre de la Tierra, celebrada en Río el mes pasado bajo los auspicios de las Naciones Unidas. La envirosummit -cumbre del medio ambiente- tiene previstos intensos debates, que concluirán el miércoles, a la misma hora en que el G-7 dé a conocer su comunicado económico.

Mientras tanto, dentro del viejo palacio comenzaron ayer las reuniones plenarias y de los llamados sherpas. Mientras los jefes de Estado o de Gobierno de los Siete iniciaban las primeras discusiones informales, sus ministros de Economía y Finanzas y de Asuntos Exteriores, se reunían en largas sesiones preparatorias de los dos comunicados que el mundo espera del G-7. La tradición dice que los sherpas son los que escriben la letra, mientras que los presidentes ponen la música.

Quienes tuvieron ayer música, y de la buena, fueron las mujeres de los líderes del G-7. Desde que Margaret Thatcher ya no asiste a la cumbre, el programa de acompañantes se ha vuelto a hacer tremendamente femenino, que no feminista. Con Hannelore Kohl de anfitriona, las primeras damas de Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Italia y Japón -la esposa de François Mitterrand, Danielle, prefirió viajar a Irak y casi le cuesta la vida-, tuvieron ayer una jornada turística, que concluyó con una representación de la ópera Carmen, de Georges Bizet, en el gran teatro de Múnich.

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