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Llorando como niños

"¡Qué puedo decir en este momento tan triste! Mi hermano Paco está muy mal, no reacciona, y yo tampoco", decía Pepe de Lucía, cantaor y compositor de muchas de las canciones que interpretó Camarón. "Se ha ido el cante y lo firmo ante notario. Me ha partido el alma cada vez que lo he escuchado porque le ha dado al flamenco una manera muy salvaje de sentir. Abría la boca y era un ángel. Se fue Caracol, Mairena y ahora Camarón. ¿Qué nos queda?".Ricardo Pachón fue el productor de siete discos de Camarón. "A Camarón le correspondió llevar la antorcha del cante para toda una generación. Era un heterodoxo que creó nuevas formas para el flamenco, aunque creo que ahora hubiera comenzado a cantar lo que tenía dentro: la soleá del Perrate, de Fernanda, del Borrico... Cante grande de una época que se nos va, que él conocía aunque se le exigía otra cosa".

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"¡Qué mal, qué mal! Me has dejado hecho polvo". José Soto, Sorderita, fundador de Ketama, se enteró de la muerte de Camarón por este periódico. "Mañana [por hoy] tengo que cantar en San Sebastián. ¡Cómo voy a poder, madre mía! Él ha dado la base del nuevo flamenco".

"De todas las décadas, de los más grandes", declaraba emocionado Rafael Amador, de Pata Negra, desde Sevilla. "Sobran las palabras. Tengo mis sentimientos y mis cosas, pero me los guardo. Una bellísima persona, legal con todo el mundo. Perdóname, pero estoy tela de mal".

Vacío en el cuerpo.

Jorge Pardo, Joselín Carmona, Rubém Dantas, Carles Benavent y José Manuel Cañizares, recibieron la noticia cuando estaban grabando en Colonia (Alemania), unos arreglos para la canción Soy gitano de Camarón. "La primera impresión es el vacío que se te queda en el cuerpo, y cada vez que lo piensas la pena se ahonda más", manifestó Jorge Pardo.

"Camarón no ha muerto, se ha ido a descansar", decía el guitarrista Vicente Amigo. "Su alma está superjoven y viva en el corazón del flamenco". Y Antonio Pulpón, su representante durante más de 20 años, declaraba: "Tenía un sello que no tiene nadie y deja un vacío de gran dolor para payos y gitanos".

A Juan Peña, El Lebrijano, le temblaba la voz por teléfono. "He convivido con él por festivales 14 o 15 años, pueblo a pueblo juntos, vistiéndonos en los mismos camerinos. Era muy inteligente, muy fino y muy agudo, nunca le escuché hablar mal de ningún compañero. Muy silencioso pero con una personalidad muy fuerte, que arrasaba. Pero también era dulce, de caramelo cantando. Camarón deja una grandeza de corazón y lo sentimos pero no hablamos. Empezaremos a llorar como niños".

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