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El Museo Lenin alquila sus salas para mostrar ropas y bebidas occidentales

Una exposicion ofrece una visión irónica de la vida, el arte y la mentalidad socialistas

El Museo Central Lenin, antiguo templo de la ideología comunista, cede poco a poco ante el empuje de los nuevos capitalistas rusos: les acaba de alquilar sus salas para una muestra de ropas, televisores y bebidas de firmas occidentales. Al mismo tiempo, exhibe una exposición de la contracultura disidente, hasta hace poco prohibida, que ofrece una visión irónica de la vida, el arte y la mentalidad socialistas. Lo hace tanto para encontrar medios de subsistencia como para abandonar su rígido hermetismo doctrinario y estrenar una visión más amplia de los fenómenos históricos y culturales.

Resulta inesperado ver junto a las reliquias revolucionarias del pueblo soviético -documentos del partido comunista, banderas del Ejército Rojo, estatuas del líder proletario y libros marxistas- un despliegue de ropas, calzado, biquinis y perfumería. A pocos metros de los lienzos que muestran la hazaña de la revolución bolchevique de 1917 se apilan televisores, fotocopiadoras, hornos microondas y teléfonos de la Sony, la Panasonic o la Samsung. No lejos de las prendas personales del gran jefe comunista se encuentran desplegadas unas camisetas para niños adornadas con imágenes de Mickey Mouse o Snoopy. Las armas de los soldados revolucionarios contrastan con las botellas del brandy Napoléon y naranjadas.Estas salas de exposición son del consorcio ruso MMM, famoso por haber pagado durante un día el pasaje a más de siete millones de pasajeros del metro moscovita.

La tradición de los mercaderes

Alexéi Golovko, jefe del departamento de inversiones de MMM, explica a EL PAÍS que su exposición en el museo supone "recuperar las tradiciones de los mercaderes rusos, que siempre se han concentrado en tomo a la Plaza Roja". Una empleada de MMM comenta que la idea de abrir un salón en el Museo Lenin no busca ofender a nadie: "Somos ajenos a la política, sólo perseguimos el pragmático objetivo de ocupar el lugar más cómodo. Parafraseando a Lenin, decimos que hay que apoderarse primero de los bancos y lo demás lo compraremos".En el mismo piso del museo hay una exposición de arte antes prohibido en la URSS: el conceptualismo soviético, que ofrece una visión irónica de la vida, el arte y la mentalidad socialistas. En un cartel aparece la clásica efigie de Lenin junto a esta frase: "Coca-Cola, it's the real thing". En otro, una señal muestra con la simbología del McDonald's el camino hacia un McLenin's. Se expone también un aparato para "determinar el origen étnico" aplicando la nariz del usuario a los moldes de narices típicas de ruso, judío, armenio, uzbeco, moldavo o esquimal. Los visitantes de edad mayor, viendo estas obras, comentan que Stalin habría mandado a los autores directa, y merecidamente, a Siberia.

El clásico realismo socialista, en exposición permamente, no es menos interesante. Impresionan las artesanías populares y regalos de los trabajadores al museo: tapices y alfombras, cristalerías, cajitas lacadas, todo con efigies del líder o con lemas del tipo de "Quien no trabaja, no come". Pero el Museo Lenin también cumple su misión fundamental. Ubicado desde 1935 en el antiguo edificio de la Duma (Gobierno) de Moscú, ya no constituye ese templo visitado en los 60 años de su historia por más de 50 millones de personas. Ahora sus 34 salas y sus más de 15.000 objetos expuestos (en total posee más de medio millón) son visitados cada día por unas escasas mil personas, la mayoría extranjeros, a las que se ofrece un servicio gratuito de guías en ruso, inglés, español, francés y alemán.

La orientación cambia. "Queremos fundar un gran centro cultural y comercial frente a la Plaza Roja, abierto a las empresas extranjeras", explica a EL PAÍS la vicedirectora del Museo Lenin, Tatiana Koloskova. "Adjuntaremos los edificios remodelados que dan a la Plaza Roja para crear un centro recreativo y cultural. Pensamos colaborar con la iglesia de la Virgen de Kazán, que se reconstruye al lado, para formar un conjunto religioso y educativo. Será como un camino entre un templo y otro".

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