Luis García Berlanga propone el sistema vigente en Francia como modelo para el futuro cine español
El director de cine Luis García Berlanga propuso el pasado viernes en Valencia al modelo francés como pauta a seguir para asegurar la supervivencia del cine español frente a la invasión del nortamericano. "La salvación para el cine español está clarísima. Hay que tomar el modelo francés, donde cada película está ayudada por 14 o 15 entidades distintas", dijo Berlanga, que ofrece su punto de vista en el debate entre los profesionales del cine y el ministerio de Cultura sobre la ordenación de la gestión del cine.
"Hay que copiar el sistema que tienen en Francia y convertir", añadió el cineasta, "de nuevo, al cine español en una verdadera industria. No se puede seguir yendo de despacho en despacho de lastimeros y de pobres que dependen por completo de la Administración", añadió el director de El verdugo.Los profesionales de la industria audiovisual española pidieron el pasado miércoles al ministro de Cultura, Jordi Solé Tura, que el cine deje de depender en exclusiva de su departamento y le exigieron la fundación de un organismo autónomo que, como el Centro Audiovisual Francés, asuma competencias dispersas en la Administración.
Berlanga se mostró escéptico respecto al papel del ministerio de Cultura, al que auguró un "cercano certificado de defunción" a causa del incremento de competencias en materia cultural por parte de las comunidades autónomas. Con todo, el cineasta se culpó a sí mismo y a sus colegas del "desmantelamiento" de la industria cinematográfica española, "cuya infraestructura era muy válida". La propuesta hecha en 1956 por Bardem, él mismo, y otros directores de realizar un tipo de cine opuesto al que se hacía entonces en España supuso, en su opinión, un serio golpe para el cine español.
"Teníamos mejores estudios que Francia, ingenieros de sonido maravillosos, actores irrepetibles... Para mí, la edad de oro del cine español fue precisamente aquellos cinco o seis años inmediatamente anteriores a 1956. Mis mejores películas y las mejores de Bardem son de aquellos años", dijo.
"Existía", prosigue Berlanga, "una comunicación entre el cine español y el público que luego no ha vuelto a repetirse. Había pasión por actores como Alfredo Mayo o Amparo Rivelles. En vez de integrarnos en la industria que había, intentamos injertar en España el neorrealismo italiano y lo hicimos de manera tan traumática que nos cargamos nuestro cine". "Por ejemplo, decidimos rodar las películas en la calle, como los italianos, y no nos dábamos cuenta de que ellos estaban obligados a realizar sus películas en la calle, ya que sus estudios quedaron destruidos por la Guerra Mundial".
Berlanga se lamentó de algunas de las propuestas de 1956, tales como que el cine estuviera bajo el cobijo de Cultura y la protección al cine joven.
"Al cine joven no hay que protejerlo, sino que se debe integrar en la producción sin bastones de apoyo", comentó. "La protección a las películas de autor vació los cines. Lo que gustaban eran las comedias y, ahora, cuando las reponen en la televisión, no sólo les gustan a las marías y a las marujonas sino también al público culto".
Babelia
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