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Un cardenal amigo de Escrivá y excluyó a los testigos opuestos a su beatificacion

El cardenal Pietro Palazzini fue la autoridad vaticana que respaldó la exclusión de testigos contrarios al fundador del Opus Dei, Josemaría Escrivá de Balaguer. El cardenal había mantenido con él una amistad "bella y sincera" que Escrivá consideraba "uno de los más delicados y gratos dones recibidos M Señor", según se lee en la página 1.180 de la Biografía, incluida entre los documentos del proceso.La exclusión de testigos contrarios a la beatificación de Escrivá redujo el debate en los órganos competentes de la Santa Sede. Apenas se profundizó, por ejemplo, en la relación mantenida con el general Franco.

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El cardenal Palazzini permaneció al frente de la Congregación para las Causas de los Santos de 1982 a 1989, años en los cuales el proceso de Escrivá hizo grandes progresos entre más de un millar de casos de santidad pendientes. Palazzini fue interrogado por magistrados italianos, en calidad de testigo, acerca de sus presuntos contactos con Roberto Calvi, el presidente del Banco Ambrosiano. Pero su actuación respecto al proceso de beatificación de Escrivá no ha levantado, dudas por parte de su sucesor, el cardenal Felice, a juzgar por la nota difundida el martes pasado en Roma.

En relación con el fundador del Opus, las actas del proceso reproducen un documento muy preciso. Se trata de la carta remitida por Palazzini, el 10 de febrero de 1984, al tribunal que instruía la causa en Madrid, en la cual respaldaba la exclusión como testigo de María Angustias Moreno, ex miembro de la Obra.

Palazzini sentó el criterio de que "en nada puede servir a la verdad quien no duda en ofender a la fe" y el citado tribunal se consideró respaldado para excluir no sólo a dicha mujer, sino a otros ex miembros de la Obra posiblemente desfavorables a la misma, entre ellos Antonio Pérez-Tenessa, que había desempeñado la secretaría general de la institución (véase EL PAÍS del 12 y del 13 de abril de 1992).

Resuelto de este modo el problema de los testigos contrarios, la única discusión significativa en la Congregación se redujo a si debía admitirse o no la declaración del prelado de la Obra, Álvaro del Portillo, por el hecho de haber sido confesor de Escrivá durante 31 años. El tribunal de nueve miembros llamados a votar esta causa se inclinó, por mayoría, a darla por válida. Uno de ellos, el italiano Luigi de Magistris, insistió en su malestar (profondo disagio es la expresión del documento, redactado en italiano) por la aceptación de dicho testimonio.

De Magistris alegó también escasez de tiempo para estudiar una causa de 6.000 páginas: se la entregaron en marzo de 1989 y tuvo que pronunciarse en agosto de ese año. Fue replicado por el Relator General de la Congregación, Ambrogio Eszer, quien se extrañó de que los demás hubieran madurado un juicio y él no, en el mismo tiempo. El relator, que exhortó a un rápido pronunciamiento, argumentó con su propio ejemplo: dijo que él había resuelto, en sólo cinco o seis semanas, una causa de 2.500 páginas sobre 84 mártires británicos.

Franco y Escrivá

Aunque los jueces no aludieran expresamente a ello, el testimonio de Álvaro del Portillo era decisivo para la causa, también porque estaba orientado a disipar las dudas sobre las relaciones mantenidas por Josemaría Escrivá de Balaguer con el régimen de Franco. El fundador de la Obra reconoció siempre la "rectitud de intenciones" del general Franco, pero, pese a ello, 'Fúe el primero en advertir a la Santa Sede de la necesidad de evitar que la Iglesia se viera injustamente inmiscuida en el régimen imperante en España". Así lo afirma Álvaro del Portillo en su testimonio.

El principal documento en que apoya esa tesis es una carta escrita por Escrivá a Pablo VI, en 1964. "En el momento actual, dada la edad de Franco [vivió aún once años más] las circunstancias comienzan a ser graves, si no se preparan medidas que conduzcan a una evolución, y mejor rápida, para evitar caer en una nueva revolución, que originaría otra persecución religiosa", advertía Escrivá al Papa.

A su vez, el fundador animó a Pablo VI a estimular una acción de la jerarquía eclesiástica española para buscar salidas al régimen dictatorial. Lo hizo por medio de la misma carta en que aseguraba haberse enterado "por la prensa" de las designaciones de opusdeístas destacados, como Alberto Ullastres o Laureano López Rodó, para puestos destacados en el régimen de Franco. También recordó al Papa su negativa a hacerse cargo de la basílica del Valle de los Caídos. "He impedido, del modo más absoluto, que el régimen de Franco pudiera servirse de mí como instrumento suyo", agregaba Escrivá en tan interesante misiva, que apelaba también a promover "variedad" dentro de la unidad deseable de los católicos respecto a los problemas temporales.

"El nombramiento de algunos miembros de la Obra como ministros del Gobierno de Franco no revestía ningún significado especial para el Opus Dei", asevera también Álvaro del Portillo.

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