Ni calendario, ni convergencia
Los resultados de las elecciones legislativas del pasado 5 de abril y la posterior dimisión del presidente de la República, Francesco Cossiga, han dejado a Italia sin un calendario político previsible para la designación del próximo jefe del Estado, del nuevo Gobierno y de la preceptiva ratificación parlamentaria del Tratado de Maastricht.Además, el país carece hasta el momento de un verdadero plan de convergencia, aunque es, junto a España, Grecia y Portugal, el que más se desvía de los mandamientos de Maastricht. A la vista de esta situación, y con el temor de que Italia recibiera un rotundo suspenso en la cumbre europea poco después de haber sido derribada de la primera línea de los países financieramente fiables, el ministro del Tesoro, Guido Carli, presentó el pasado mes de octubre en Bruselas un programa de convergencia que se refiere sólo a los años 1992-1994 y propone la limitación del déficit anual según unos baremos preestablecidos.
La Comisión reaccionó con frialdad a esta propuesta, que consideró más orientada al aumento de los ingresos fiscales que a la reducción del gasto público, y, en definitiva, poco fiable, por recoger soluciones que los italianos vienen intentando desde hace años sin resultado. Bruselas pidió, en cambio, a Roma un compromiso con las privatizaciones, ya que las empresas del Estado generan un enorme déficit.
Carli, el único ministro que se ha angustiado con el problema, ha perdido su escaño.
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